Les puedo asegurar que el principal problema que tiene ahora mismo Formentera no es un artículo de opinión escrito desde un principio tan elemental como la libertad de expresión. Hay muchos más motivos para organizar una campaña en change.org que por la opinión expresada hace unos días por Joan Miquel Perpinyà. Es llamativo, por ejemplo, que los promotores de esta campaña de acoso y derribo contra un medio de comunicación (otro más, y no aprenden) no dijesen ni «mu» cuando este periódico informó fehacientemente que el presidente Córdoba se presentó a una reunión del gobierno insular con un empresario encapuchado. O incluso cuando se supo que el actual presidente del Consell de Formentera se iba a Palma a pedir 4.000 euros de sobresueldo en lugar de reclamar mejoras para su isla. Mintió a todo el mundo y nadie lo denunció en change.org, ni en facebook, ni en instagram. Se ve que muchos en Formentera consideran normal que el presidente del Consell busque ingresos que no le corresponden.
Yo también viví en mis propias carnes estos arrebatos antidemocráticos de personajes de Formentera. Recuerdo que este periódico publicó hace unos años que el Consell había adjudicado un estudio arquitectónico a la hermana del gerente de la institución, con despacho en Rotterdam. En lugar de dar explicaciones de este episodio tan llamativo (dar un contrato a un pariente en cualquier lugar del mundo es motivo para dimitir) el gerente salió en rueda de prensa para acusarme a mí de haber escrito 20 años antes una información sobre su familia que finalmente resultó ser falsa. Posteriormente, cuando demostré que yo no era el autor de la noticia, el Consell, en su página web, aseguraba que efectivamente yo no la escribí pero era en ese momento yo era el jefe de la sección de local del periódico que publicó la noticia, algo que también era falso. A pesar de avisar a la responsable de prensa de que se equivocaban en todo lo que decían, la página web aún hoy publica la falsedad, pero ni una justificación sobre el contrato a dedo a la hermana del gerente. A partir de esta historia me creo cualquier cosa que ocurra en Formentera. Lo siento profundamente porque seguramente hay personas que les avergüenza profundamente lo que pasa en el Consell con un presidente atrincherado en el cargo, sin apoyos, y gobernando en solitario, pero parece que la sociedad formenterense ha aceptado como si fuese algo normal esta situación tan esperpéntica. De hecho, la única manifestación que hubo fue de apoyo a Córdoba y no en contra de la anómala situación del gobierno insular.
Me temo que el gran problema es que alguien que no sea de Formentera se atreva a opinar sobre lo que ocurre a Formentera. Recuerdo también que aquel gerente del Consell que daba contratos a dedo a la hermana pidió explicaciones a Sonia Escribano, actual directora general del Grupo Prensa Pitiusa, por estar en la isla sin permiso. Igual es que hay que solicitar una visa especial para pisar Formentera y no lo sabemos, pero no será por falta de ganas de algunos personajes que pululan por la isla.
Me llama la atención que algunos colegas se sumen a esta campaña contra la libertad de expresión. Los mismos que ahora se escandalizan por el artículo de Perpinyà no han dicho ni «mu» cuando en más de una ocasión se ha comparado a Ibiza con Sicilia, por ejemplo. Cuesta entender que algunos compañeros de profesión, por llamarlos de alguna manera, ataquen la libertad de expresión en lugar de protegerla. Ellos sabrán lo que hacen y el tiempo pondrá a cada uno en su sitio, pero en lugar de perder el tiempo en campañas de acoso y derribo contra periodistas (pregunten a Rafa Ruiz por su experiencia en Vila) harían bien en poner fin al escándalo que se vive actualmente en el Consell de Formentera, que gracias a Córdoba se ha convertido en una especie de república bananera que debería avergonzar a cualquier demócrata con sentido común.