Conozco a un relamido hortera que sale de fiesta con dos relojes. Uno cuesta lo que piden por una finca en Fruitera, el otro es una baratija, con dibujo de Minnie Mouse, ganada en una tómbola. Aunque le encanta presumir, se ha visto obligado a tomar precauciones para no llamar la atención cuando sale del condón vip. No es el único. Los más lujosos pelucos ya solo se lucen en fiestas en casas o el privé vigilado por gorilas de macrodiscoteca. Comprensible. Este año batimos récord en robo de relojes carísimos, también en detenciones de bandas dedicadas a tal menester.
Opinión
Pelucos y pelucas
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