Francina Armengol, en una foto de archivo. | Daniel Espinosa

Estoy seguro que Koldo negoció en catalán la venta de mascarillas al Govern de Armengol. Cumplido el requisito sanitario-lingüístico, ¿qué más daba que luego fueran defectuosas y tuvieran que esconderse? Total, en lo único que no cambian de opinión los pícaros incapaces que maman de la teta pública es en rebuznar que el dinero público no es de nadie, pero las jugosas comisiones siempre son de algunos.

Francina Gin&Tonic preside, gracias a Repelús Sánchez, el Congreso y Koldo pronto cantará, pero todavía se expulsa a médicos en Ibiza por no hablar catalán, pues el español se considera insuficiente para sanar. ¿Qué diría el gran Arnau de Vilanova ante semejante retroceso humanista en la universal medicina? Pues que los nacionalistas insaciables son tan peligrosos como ridículos con su mezquino fanatismo.

¿Y el eivissenc? Tal lengua por lo visto ya no existe, aunque mis amigos ibicencos opinen lo contrario. Ahora se estila eso que Mariano Planells, con coña fresca y marinera denominó catalán estándar. Y se exige tanto al barrendero como al músico o el doctor.

A la dulce Cataluña la han amargado mucho los de la cuadrilla del tres por ciento, trinque y cainismo, charnegos conversos incluidos. Como por supuesto ansían mandar también en Baleares y Valencia, alentaron el pollo lingüístico y se opusieron a un régimen fiscal especial para la insularidad baleárica, no fuera a desmandarse.

En Italia y Francia, donde también tienen la fortuna de hablar diversas lenguas, a nadie se le ocurre prohibir sanar, componer, barrer o estudiar en francés o italiano. Pero claro, allí no se hacen el harakiri lingüístico, tampoco se venden a los que proyectan destruirlos.