Una imagen de Can Rova. | Irene Arango

Las carencias de Ibiza se ponen de manifiesto en casos como el desalojo del asentamiento ilegal de Can Rova, en Santa Eulària. No hablaremos de la brutal anomalía que supone la mera existencia de un asentamiento en suelo rústico, en el que malviven centenares de personas en caravanas y tiendas de campaña, en una enorme favela que jamás debió haber existido, si la ibicenca no fuese una sociedad gravemente enferma. Pero sí debemos poner el foco sobre las familias vulnerables, algunas con menores, que han quedado literalmente en la calle, desahuciados sin que nadie les proporcione una alternativa habitacional adecuada, sin hogar y con un futuro incierto.

En cualquier territorio de España, los desalojados hubiesen sido reubicados temporalmente en hoteles, apartamentos, o en cualquier otro lugar digno. No es el caso de Ibiza, donde no vamos a sacar a los turistas de sus hoteles para meter a los desheredados comedores de polvo de Can Rova, trabajadores sin cobijo, con sueldo, pero no lo suficientemente abultado para pagar las barbaridades en dinero negro que aquí cualquiera pide por una habitación. ¡No fastidies!

Los asentamientos han proliferado por toda la isla, en especial en las afueras de Vila, donde la presión turística y la especulación inmobiliaria han disparado los precios de la vivienda, dejando a muchos residentes en una situación tan precaria como vergonzosa para el conjunto de la sociedad.

La falta de alternativas reales por parte de las autoridades agrava la emergencia habitacional, y el recurso a pagar billetes de barco para que los desalojados abandonen la isla es un parche temporal y no una solución al problema. ¡Como si sobrara mano de obra! Lo que faltan son viviendas asequibles, algo que sólo habrá con una política de vivienda efectiva, que priorice a los residentes por encima del negocio de la pernoctación turística, que habría de limitarse a los hoteles.

MÁS TURISTAS QUE NUNCA

Entre enero y junio 1.413.674 turistas han visitado Ibiza y Formentera, un tres por ciento más que en el primer semestre de 2023. Los alojamientos hoteleros se han incrementado un 15,68 por ciento y el alquiler vacacional se ha reducido en un 38,63 por ciento. Sin embargo, a los desalojados de Can Rova, Ibiza les ofrece una colchoneta en el suelo del polideportivo del CEIP s’Olivera. Y, ojo, el viernes de la semana próxima, ya están recogiendo sus escasas pertenencias y largándose de aquí, que hay cosas que hacer.

Que, encima de todo y con las imágenes que todos hemos visto por televisión, el Ayuntamiento de Santa Eulària se muestre satisfecho, es para hacérselo mirar. ¿Satisfechos de qué? ¿De que la situación «dramática» que se ha vivido en la favela de Can Rova sea «común en la gran mayoría de nuestra Comunidad Autónoma y cuya solución no es sencilla»? ¿En serio?

Habremos de consolarnos con aquello de «mal de muchos, consuelo de tontos». Pero es que, además, no es verdad. Lo que pasa aquí, no es ‘común’ en la gran mayoría de Baleares. No mientan. Lo que sucede en esta isla en materia de vivienda es propio de una sociedad derrotada y resignada a vivir con favelas alrededor de sus pueblos y ciudades, a quienes hay que desalojar y ofrecerles «una mano tendida y ayuda» en forma de colchoneta en un pabellón deportivo de un colegio público. Y después de 10 días, ¡barco!.