Imagen de archivo de la Nit de Sant Joan.

Mandad a paseo a los meapilas racionalistas, esclavos cartesianos, dogmáticos insufribles y ¡saltad el fuego esta noche! Es un bautismo de ramalazos paganos durante la noche más corta del año (digan lo que digan los crudos matemáticos personalmente sigo al sabio folclore para los solsticios poéticos de hivern o estiu, y prefiero creer que en las noches de Santa Lucía y San Juan).

Es el solsticio que han adorado todas las culturas de la humanidad desde mucho antes de la civilización sedentaria, antes de la llegada amorosa del Mesías y la tan descarada como oportuna adopción cristiana de las fiestas paganas.

Saltar el fuego purifica y despoja de los elementos negativos; también abrasa a los envidiosos, patanes que no disfrutan de lo que tienen por ansias de lo que esperan. Es hipnótico como las olas del mar e invita a saltar, al menos tres veces, sobre la hoguera aun a riesgo de quedar ligeramente asado.

Yo he podido observar muchos milagros en esta noche. A veces no te das cuenta hasta pasado un tiempo, cuando puedes comprender que la historia se aprecia mejor con cierta perspectiva, como cuando ya no se distingue la nariz de Cleopatra y se abren todo tipo de cábalas sobre reina tan fascinante.

Una mujer a la que amo saltó la hoguera días antes de casarse y a las pocas semanas una especie de exorcismo fortuito hizo que el traidor de su marido fuera mandado al infierno del olvido. Al principio no entendió la liberación porque estaba inmersa en la pena, pero luego se dio cuenta que el fuego la había salvado de un demonio camuflado.

Los cursis woke que imperan hoy en día jamás podrán entender que la vida misma es eterno milagro, corriente mágica, y no se puede explicar con palabras. Es necesario el salto de fe o tener la sensibilidad de los poetas para amar a la diosa danzarina que crea el mundo. Y escapar de los que al todo buscan una explicación y se cargan la savia vital que invita a vivir gozosamente. La vida no es un misterio a resolver, es una realidad a experimentar.

Durante esta noche, por supuesto, habrá quien busque duendes bajo el Pont Vell    de Santa Eulalia. Querrán apresar fameliàs en oscuras botellas de vidrio con los sensuales vapores de un vino (el triste tetabrik nunca funciona). Porque en Ibiza tenemos muchos seres mágicos. Uno de los que más abundan son unos duendes enanos, de aspecto horripilante, que tienen la tremenda manía de comer o trabajar a todas horas. Su importancia en la isla ha sido tal, que incluso llegó a intervenir el Santo Oficio al enterarse de una compraventa de uno de estos duendecillos por parte de un vecino de Santa Eulalia del Río.

Estos duendes son muy codiciados por su titánica capacidad de trabajo. Desconfiad de las rápidas casas o paredes de piedra que se levantan en una noche para asombro general; seguramente detrás de ello estará la frenética actividad de un famelià.

La única forma de capturar a uno de estos duendes es haciendo una espera el Pont Vell –también conocido como Puente del Demonio- durante esta misma noche de San Juan, en el justo momento que son posibles semejantes apariciones: las últimas horas de oscuridad, cuando, antes de amanecer, crece (solamente esta noche) una especie de musgo de vida efímera, con una flor que desaparece casi en el mismo instante de haber florecido.

Quien consiga introducir una de estas flores en una botella negra habrá capturado un famelià. El dueño tendrá entonces un formidable poder en sus manos ya que al abrirla, el duende liberado debe trabajar o comer, feina o manjar, de forma frenética.

Obras titánicas le han sido encomendadas al inquieto famelià, el cual las llevaba a cabo con prodigiosa celeridad. En el momento de no tener más tarea, este duende tragaba de una forma tal que dejaba al voraz Carpanta a la altura de un tímido vegetariano; y no paraba hasta que era calmado por unas oraciones secretas, la rama de un olivo bendecido y también por la astucia de una curiosa al·lota, la cual, tras ver vaciada su despensa, encargó al duende la misión imposible de lavar mechones de lana negra de Formentera hasta volverlos blancos...

Los aspirantes a vagos somos legión en las Pitiusas y la posesión de este duende local es muy codiciada. Esta noche el puente estará de bote en bote: brujas, hechiceros y exorcistas se cruzarán con aficionados esotéricos, hoteleros y constructores en busca de la flor secreta para no volver a dar un palo al agua. Aunque para eso hay que tener mucho talento.       

Pero no todo es feina o manjar. Durante esta noche de San Juan habrá muchos que pedirán amor cuando quieren decir sexo, se bañarán en cueros en la mar que serena a los desesperados y se atraerá a la buena suerte, a la gracia, al follet (otro duende pitiuso de lo más interesante)…

Lo mejor es dar una oportunidad a Shiva-Dionisos-Bes-Pan y liberar el subconsciente. Inmediatamente sabremos cual es el rito que mejor conviene a nuestros deseos y gritaremos en voz alta lo que de verdad ansiamos, liberados de las castradoras normas sociales que pueden ir bien en el colegio o la oficina, pero no tanto en la noche lunática. Los ucs resonarán en las sierras y colinas de Ibiza y Formentera, y tal vez algunos podrán admirar un blanco unicornio bebiendo del manantial de Buscastell.

Es también una noche idónea para los fantasmas que quieren dejar algún recadito a los todavía mortales, como bien sabía esa Sherezade danesa, Karen Blixen, mientras soñaba con Denis Finch Hatton y las verdes colinas de Africa a la vuelta a las brumas de su tierra natal. El puente que va tras el velo de Tanit es más visible y transitado en estas breves horas nocturnas, y por ello muchos pasan la noche en vela, esperando el mensaje de las apariciones.

Es una noche que conjura las arenas del tiempo.