Ibiza ha celebrado un año más el Orgullo y creo que es significativa la baja participación tanto de ciudadanos como de empresas en una fiesta que nos atañe a todos. A unos, porque forman parte del colectivo, estén dentro o fuera del armario. A otros, porque la libertad ha de ser para todos porque, si no, no es libertad. Y que no es para todos lo demuestra el hecho de que el Consell, de la mano de Carolina Escandell, tenga que ofrecer servicios concretos de ayuda a unos ciudadanos a los que nadie debería cuestionar por su forma de amar. El Orgullo también debe implicar a quienes hacen negocio con sus diferentes banderas pero, después, dan la espalda cuando de celebrar se trata.
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