El presidente del PP en Formentera, José Manuel Alcaraz, lo anunció hace unos meses, después de ser cesado por el presidente del Consell Llorenç Córdoba, diciendo que lo peor estaba por venir.
En aquel momento parecía imposible que algo pudiera empeorar en un culebrón esperpéntico, que parece estar escrito por guionistas muy pasados de LSD adulterado. Pero Alcaraz tenía razón y el último capítulo (de momento) del serial, así lo demuestra.

Ni una sola de las promesas electorales de Sa Unió se han llevado a cabo en un año de gobierno en el que el equipo escogido por mayoría absoluta en las urnas ha desprestigiado y humillado de manera temeraria la institución que representa al pueblo de Formentera.

La semana pasada, la ya exconsellera, Verónica Castelló, escenificó ir de la mano del presidente Córdoba en el TAMIB de Mallorca con Prezero y los trabajadores de la recogida de basuras de la isla, adoptando el compromiso de estudiar una salida viable al conflicto laboral para evitar una huelga en plena temporada turística y, tres días después, dimite de sus responsabilidades, sin entregar el acta para que otro miembro de la lista pueda continuar trabajando.

¿Con quién va a negociar ahora la empresa de las basuras? ¿Qué garantía tienen los trabajadores de poder cobrar lo pactado en el convenio y tener un verano tranquilo, trabajando para garantizar la salubridad de turistas y residentes?

De todos los asuntos pendientes de resolver, que son muchísimos, este es el más preocupante y urgente y nuestros representantes escogidos se dedican a dimitir como medida de presión con el único fin de conseguir que Alcaraz sea readmitido con todas sus responsabilidades.
Y a todo esto: ¿Cuándo abren los quioscos?