La Eucaristía es el sacrificio mismo del Cuerpo y de la Sangre del Señor Jesús, que El instituyó para perpetuar en los siglos, hasta su segunda venida, el sacrificio de la Cruz, confiando así a la Iglesia el memorial de su Muerte y Resurrección. Es signo de unidad, vínculo de caridad y banquete pascual en el que se recibe a Cristo, el alma se llena de gracia y se nos da una prenda de la vida eterna (Cat. de la I. Católica nº 271). La inagotable riqueza de este Sacramento se expresa con diversos nombres, que evocan sus aspectos particulares. Los más comunes son: Eucaristía, Santa Misa, Cena del Señor, Fracción del Pan, Celebración Eucarística, Memorial de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor, santo Sacrificio, Santa y Divina Liturgia, Sagrados Misterios. Santísimo sacramento del Altar y Sagrada Comunión.
Jesucristo nos dice: El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna- comulgar, claro está con el alma limpia de pecado grave- y yo lo resucitaré en el último día.
La Cena del Señor se desarrollaba según un rito minucioso. Antes de comer el cordero, la persona de más autoridad explicaba el acto religioso que estaban realizando. A continuación, se tomaban los alimentos, intercalando himnos y salmos. Finalmente se terminaba con una solemne oración de acción de gracias. Jesús tomando pan, dio gracias, lo partió y se lo dio diciendo: Esto es mi cuerpo que es entregado por vosotros. Haced esto en memoria mía. Y del mismo modo el cáliz después de haber cenado diciendo: Este es el cáliz de la nueva alianza en mi sangre, que es derramada por vosotros (Lc.22-19). Las personas cristianas, contemplando este inefable misterio, siempre han percibido la grandeza de este Sacramento.Indudablemente, para penetrar este Misterio hace falta la fe, porque no ofrece dificultad alguna que Cristo esté en el Sacramento, como signo; pero que esté verdaderamente en el Sacramento, como en el Cielo, he ahí, la grandísima dificultad. Creer esto, pues, es muy meritorio. La Santa Misa renueva ese sacrificio, que se ofreció una sola vez en el altar de la cruz: una sola es la víctima y uno solo el sacerdote.
Nosotros creemos que la Misa que es celebrada por el sacerdote en virtud de la potestad recibida por el sacramento del Orden, y que es ofrecida por él en nombre de Cristo y de los miembros de su Cuerpo Místico, es realmente el Sacrificio del calvario que se hace sacramentalmente presente en nuestros altares (Credo del Pueblo de Dios nº 24).
¡Bendito y alabado sea Jesús en el Santísimo Sacramento del altar!