La elección de Juanjo Ferrer como senador por las Pitiusas fue un bálsamo para una izquierda que suspiró cuando consiguió arrebatarle el escaño a Miquel Jerez de forma inesperada. Fue la única alegría que se pudieron llevar tras el rodillo azul de mayo del 2023. Un espejismo. Estas elecciones europeas han servido para constatar que el PSOE de Ibiza sigue encallado en una precaria situación acosada por un liderazgo inexistente y unos perfiles completamente quemados y desconectados del tejido social.
Sin proyecto propio y limitándose a reiterar mantras que les llegan en argumentarios ramplones, los socialistas vuelven a saborear el amargo sabor de la derrota. Lo más sorprendente es que, a pesar de sus constantes descalabros electorales, todavía esperamos el primer atisbo de autocrítica o la asunción de alguna responsabilidad. «Dientes, dientes» parecen pensar, mientras se conforman con un statu quo que les ha desahuciado de todo poder institucional en las islas.
Los socialistas han perdido más de dos millones de votos respecto a las últimas europeas y su candidata por Baleares, Alícia Homs, ha quedado fuera del Parlamento Europeo. Mientrastanto, el PP ha subido la friolera de un 14%. A pesar de ello, los socialistas se presentan como los ganadores y se congratulan por «ser el dique de contención de la ultraderecha», aunque con ellos en el poder es cuando más ha crecido VOX y ellos han sido los que han aupado a Alvise Pérez hasta los 3 europarlamentarios.
Premio de consolación fake para una formación en zozobra que resiste apuntalada por socios que braman por su sentencia final. Sin poder territorial, sin apoyo parlamentario y sin ganar unas elecciones desde hace más de un lustro al PSOE sólo le queda carcomer las instituciones del Estado para respirar».
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La baixa participació en les eleccions europees és motiu de gran preocupació, ja que posa en risc la legitimitat i efectivitat de les nostres institucions democràtiques. La democràcia no pot reduir-se a un acte simplista de votar; ha de ser una pràctica complexa i contínua de participació i deliberació. La fragmentació o simplificació dels processos democràtics, en aquest cas, es manifesta en la falta d'interès o compromís dels ciutadans, la qual cosa debilita la representativitat i la capacitat de les institucions per respondre adequadament a les necessitats de la societat. Només una democràcia complexa, on els ciutadans estan activament involucrats i on es fomenta un debat ampli i plural, pot considerar-se completa i veritablement democràtica.