Se supone que alguien accede a la política para servir a los ciudadanos y con el objetivo de poder mejorar las cosas desde el servicio público y el sacrificio. El que tiene una buena trayectoria profesional va a la política a perder dinero. Eso lo saben muchos que han tenido oportunidad de ir en listas y lo han rechazado Se supone también que cuando alguien accede a un cargo político relevante custodia el dinero público mejor que el propio, que cada euro que gasta está más que justificado. También se supone que cuando alguien pierde el apoyo de su propio partido, el que le ha elegido y mediante el cual ha sido votado por los ciudadanos, debe dimitir. Todo esto se supone, claro, pero no es lo que está ocurriendo desde hace meses en Formentera.

En la pitiusa menor disfrutan de un presidente ‘okupa’ que no tiene el apoyo de los partidos que le eligieron para ser candidato, y que el dinero público le interesa bastante poco porque ya sabemos que quiere cobrar más que lo que le corresponde, que para conseguirlo recuerda que su voto es decisivo para Prohens, y recientemente supimos que pagará un plus a un jurista para que le asesore en sus temas personales, además del despilfarro de 7.000 euros del viaje innecesario a la feria de Berlín. Córdoba es, por lo tanto, el prototipo del político que no debería nunca acceder a un cargo público porque le interesa su bienestar personal, y el de su familia, por supuesto. Por cierto, esperamos sinceramente que los miembros de la familia del presidente de Formentera hayan podido ir a comprar víveres a algún supermercado para poder alimentarse durante los últimos meses.

Córdoba, además, tampoco respeta a los medios de comunicación que hacen su trabajo, que no es otro que el de informar de lo que ocurre de forma responsable y con la información contrastada, como lo hizo Periódico de Ibiza este domingo y lunes con la publicación de las grabaciones entre el presidente del Consell y Alcaraz. Como mal político, Córdoba dice que estas grabaciones se han publicado en el medio que da coba a Alcaraz faltando a la verdad, una vez más. Porque Córdoba sabe que Alcaraz ha sido criticado en más de una ocasión en este medio por su gestión de la crisis de Formentera. En los dos años que dirigí Periódico de Ibiza, Alcaraz nunca me llamó ni me envió un solo mensaje. Córdoba sí lo hizo y en varias ocasiones, por cierto.

Porque es indudable que las grabaciones tienen un gran valor periodístico porque describen al personaje y también a aquellos colegas que querrían que Periódico de Ibiza fuese denunciado por desvelar las conversaciones entre Córdoba y Alcaraz y, a la vez, las publican en sus respectivos medios. Todo muy coherente y profesional. Los que dan lecciones de periodismo sin haber conseguido nunca una noticia relevante nunca defraudan.

A la vista de lo que hemos sabido, en un país medio normal Córdoba hubiese presentado su dimisión en el Consell de Formentera el lunes a primera hora de la mañana, pero su situación económica y los problemas de subsistencia de su familia le obligan a seguir de manera indigna, sin apoyos de ningún tipo, y me imagino que ante la incredulidad de muchos de sus vecinos que se han arrepentido desde hace tiempo de haberle votado.

Como es evidente que Córdoba no tiene intención de recuperar su vida profesional, reflotar una clínica veterinaria que tiene en traspaso, y que su único medio de vida es la política, está claro que no dimitirá por su propia voluntad. Y ahí entra el PSOE o Gent per Formentera, que o se implican o permitirán también el deterioro de una institución que tardará años en recuperar su imagen. Pedirle a Córdoba que dimita es perder el tiempo, pero para el resto de miembros del Consell mediten si vale la pena seguir con un presidente al mando que antepone su beneficio personal al de los ciudadanos. Y los consellers de Sa Unió, que se planteen si no es mejor dimitir y dejar solo a Córdoba. Hacer política así no creo que valga la pena. Ni siquiera para Córdoba