Sin duda, este pasado jueves 17 de agosto, fue un día clave en para el devenir de nuestro país. Ese día estaban convocados todos los diputados electos en las últimas elecciones generales, para la constitución formal del pleno de la Cámara Baja, incluyendo la pertinente elección de los integrantes de la mesa del Congreso de Diputados. La jornada se preveía tensa e incierta en cuanto a su desenlace final, dada la igualdad entre los dos bloques, conservador y progresista, en cuanto al número de diputados.
Todo parecía muy igualado, hasta el punto que a la espera de lo que pudieran decidir hacer los integrantes de Junts y la de Coalición Canaria, se vislumbraba un empate entre los dos bloques antes señalados. Finalmente salió elegida como presidenta la socialista Francina Armengol, en detrimento de Cuca Gamarra, candidata del PP. Pero hecho este apunte inicial, vale la pena detenerse en diseccionar lo ocurrido y tratar de ver cómo se acaba llegando a ese resultado y qué cabe esperar de aquí en adelante.
Se puede empezar reseñando que el escenario que estaba previsto antes de empezar la sesión y a la espera de la decisión que pudieran acabar tomando tanto Junts como Coalición Canaria, era de un empate en la elección de la Presidencia de la Cámara Baja. Había mucha incertidumbre, sobre todo por el desconocimiento generalizado de las negociaciones que en ambos bloque se hubieran podido producir de cara a la citada elección.
La incertidumbre con la que se suponía iba a empezar el pleno, acabo desmoronándose pocos minutos antes de iniciarse el mismo, al filtrarse la existencia de un acuerdo entre el bloque progresista y los catalanes de Junts. En ese momento los rostros serios de la práctica totalidad de los diputados y diputadas, se transformaron en sonrisas en la mitad de la cámara y en gestos de disgusto en la otra mitad. Ese acuerdo tumbaba el empate previsto inicialmente y se suponía que ello significaba que la candidata progresista alcanzaría la mayoría absoluta de los votos, dejando al bloque de la derecha en no más de 172 votos.
Pero la política en nuestro país no es sencilla, ni cuando se ponen acuerdos sobre la mesa, ya que en el transcurso de la votación en el Congreso, se produjo un nuevo cambio de guión totalmente imprevisto hasta ese momento. El que se suponía partía como bloque más sólido, el de la derecha, formado por PP, Vox y UPN, acabo saltando por los aires y finalmente el partido de extrema derecha, acabo decidiendo no apoyar con sus votos a la candidata del PP y voto a su propio candidato.
La decisión de última hora de Vox, vino motivada por la negativa del PP a que en la mesa del Congreso hubiera un representante de la extrema derecha. Pero hay que resaltar, que esa negativa nada tuvo que ver con la vergüenza que iba a suponer que un representante de la extrema derecha, formara parte del órgano de dirección de la Cámara Baja; se debió a la voluntad del PP de ser el único partido del bloque perdedor que formara parte de la mesa del Congreso.
Esa circunstancia deja en evidencia a Núñez Feijóo y al PP, que sin el menor rubor se había lanzado en brazos de Vox y finalmente se ha visto que su falta de escrúpulos democráticos a la hora de buscar alianzas para poder gobernar, ha hecho que se haya acabado quedando incluso más solo de lo que estaba antes. Hay un apunte interesante y que no podemos olvidar; la alianza pública y abierta con Vox, le proporcionaba un importante número de diputados al bloque de la derecha, un total de 170 que le dejaba cerca de los 176 necesarios para llegar a la mayoría absoluta, pero esa circunstancia en principio favorable, no era más que un arma de doble filo, que necesariamente acababa dañando y perjudicando al propio PP. Y era así, debido a que el mismo partido que aportaba 33 diputados a su bloque, era al mismo tiempo el obstáculo insalvable para que cualquier otro partido aceptara participar en el.
La falta de escrúpulos del PP y su negativa a establecer un cordón sanitario en torno a la extrema derecha, ha acabado pasándole factura y les ha impedido poder llegar a ningún acuerdo con otros partidos. El resultado de la votación del jueves, hace que en buena lógica empiecen a aparecer dudas sobre la idoneidad de Núñez Feijóo como líder de la derecha española, poniendo en cuarentena la decisión de radicalizarse hacia la extrema derecha.
Por otra parte, en el bloque progresista y a pesar de su victoria en la elección de la Presidencia del Congreso, nadie puede creer que todo esté listo. Los acuerdos que se han visto, solo eran para esa votación y la futura investidura y un posible gobierno de futuro, todavía están en el aire. El escenario sigue siendo muy complicado y bastante oscuro, si los partidos independentistas catalanes no rebajan su nivel de exigencias. Mucho trabajo queda por delante y habrá que hacer encaje de bolillos, para conseguir un acuerdo de investidura y de futuro gobierno mínimamente estable; de lo contrario nuevas elecciones.