Ya ha pasado una semana desde que se produjo el tsunami de la derecha en las urnas en toda España. Por lo que respecta a Formentera algunos están todavía incrédulos ante unos resultados contundentes que muy pocos esperaban y que han dado la mayoría absoluta a Sa Unió en una holgada victoria que supera a la de GxF de 2015 y pone por primera vez a la derecha en el gobierno del Consell de Formentera desde su creación.
No solo eso, los votantes han escogido también a la coalición PP + Compromís para ocupar el asiento de diputado en el Parlament, convirtiéndose en decisivo para evitar que Marga Prohens tenga que acabar pactando con Vox para gobernar.
El logro de Sa Unió ha sorprendido incluso a los miembros de la coalición que están intentado despertar del sueño para ponerse manos a la obra en un gobierno que se constituirá el próximo día 17 de junio y ante el que tienen que ir colocando las piezas en su sitio. Entretanto resulta gracioso escuchar los argumentos de algunos estrategas de los partidos perdedores, que atribuyen sus respectivas derrotas a todo tipo de elucubraciones y casualidades.
La mayoría absoluta del 28 de mayo es una consecuencia de la mayoría absoluta de GxF en 2015. Aquel cheque en blanco que los ciudadanos otorgaron a Jaume Ferrer y su equipo acabó cambiando radicalmente la forma de gobernar la isla y en la siguiente cita electoral los votantes castigaron la soberbia, ofreciendo una oportunidad a los socialistas para atenuar la tensión. Está claro que el objetivo ciudadano no se ha conseguido en la última legislatura sino todo lo contrario y en consecuencia los resultados del domingo.
Aunque tampoco hagan mucho caso a lo que no deja de ser una teoría más, de un plumillas indocumentado, como diría alguno.
Ojo con las mayorías absolutas, que las carga el diablo.
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