El pasado domingo 28 de mayo, sin duda pasará a la historia del relato político de nuestra Comunidad Autónoma, como un día catastrófico para la izquierda. El batacazo electoral se extendió a todas y cada una de las islas, pero lo ocurrido en las Pitiusas tiene su punto diferencial con el resto de islas.
La derrota sin paliativos y por tanto la apabullante victoria de la derecha ha sido más que clara, sin embargo hay algún matiz que vale la pena considerar. Si bien es cierto que el escrutinio de votos tiñó de azul las cuatro islas, hay que resaltar que mientras que en la mayoría de instituciones de Mallorca y Menorca, la clarísima victoria del PP, les convertía en el partido más votado; no es menos cierto que no llegaban a la mayoría absoluta y que por tanto van a necesitar de alguna manera del apoyo o colaboración de la extrema derecha de Vox para poder gobernar.
Muy distinto es el escenario que las votaciones dejaron en Eivissa y Formentera, donde la apisonadora del PP, pasó literalmente por encima de las candidaturas de PSOE y Podemos. Consecuencia directa de ello, es que al contrario de lo ocurrido en Mallorca y Menorca, en nuestra isla y en cuatro de los ayuntamientos de Eivissa, los populares han conseguido una clara victoria por mayoría absoluta, que les permitirá gobernar en solitario, sin necesidad de la extrema derecha. El mismo escenario es el que queda en el Consell d'Eivissa, donde con su victoria, Vicent Marí y por primera vez desde 1995, logra enlazar dos legislaturas seguidas gobernando.
El municipio de San José fue el único de la isla en el que los populares no consiguieron esa mayoría absoluta, quedándose a un solo concejal de la misma y con muchas opciones como partido más votado, de poder conformar un gobierno en minoría, ya que por sí solos tienen más concejales que los tres partidos de izquierdas juntos.
El mismo escenario de mayoría absoluta para la derecha política, es el que ha quedado en Formentera, donde por primera vez en muchos años, la suma de lo obtenido por separado por PSOE y GxF, les deja en la oposición y gobernará en solitario la candidatura de Sa Unió.
Por todo ello cabe deducir que la inapelable derrota de la izquierda en nuestras islas Pitiusas, es mucho más dolorosa y se puede deducir, que dentro del desastre general, la izquierda de Eivissa y Formentera, lo ha hecho peor que la de las otras dos islas. Difícilmente se pueden encontrar argumentos que justifiquen estos resultados, pero la situación puede llegar a ser todavía más indignante, si se tienen en cuenta las declaraciones de dirigentes socialistas la misma noche del domingo, confesando que no habian sabido ver en la calle ese sentimiento de rechazo.
Una de dos, o a pesar de que sí se detectara un cierto rechazo social a las políticas de izquierdas, un cierto grado de altanería no ha permitido a sus dirigentes aceptarlo y corregirlo; o lo que todavía sería peor, la falta de un correcto contacto con el día a día de los ciudadanos y por tanto una ausencia de cercanía con la problemática de la calle, les ha imposibilitado poder detectar el sentimiento de rechazo que claramente existía.
Ahora ya no caben paños calientes y no queda otra que asumir lo más dignamente posible la derrota y procurar encarar el futuro con un talante muy distinto al demostrado estos últimos años. Y aquí es precisamente donde no se vislumbran cambios, al menos a corto plazo. Tanto los dirigentes del Partido Socialista, como los de Podemos, tienen que hacerse responsables de los desastrosos resultados obtenidos y en consecuencia asumir sus responsabilidades.
Ante una derrota tan abultada, los actuales dirigentes socialistas y la mayoría de sus cargos públicos, no pueden seguir ocupando sus puestos de responsabilidad, ni siendo los valedores de las necesidades y reclamaciones de la sociedad a la que deben representar. Hace falta una profundísima renovación, hacen falta nuevos dirigentes que aporten frescura e imaginación a la política de izquierdas, tanto en Eivissa, como en Formentera. En una isla y en la otra, han tenido tiempo de sobras para demostrar ser dignos representantes de quienes con su voto en su momento les permitieron gestionar las administraciones, pero está claro que han fallado en esa función. Exactamente lo mismo cabe señalar en cuanto a los dirigentes de U-Podemos en Eivissa y los de GxF en Formentera.
Pero no nos engañemos, ante la escandalosa falta de autocrítica por parte de las direcciones insulares de los socialistas y de GxF, se vislumbran muy pocas ganas de asumir la responsabilidad de lo ocurrido y de momento ninguna intención de dar un paso al lado y dejar que nuevos dirigentes tomen el mando. La convocatoria de elecciones generales en julio, les sirve sin duda, como excusa para no dejar ahora los cargos que ocupan. Pero unos y otros no deberían olvidar que no sería la primera vez que una comisión gestora se pusiera al frente de una campaña electoral, convocando congreso extraordinario después.
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