¿Ofrecerá Francina Armengol un gin&tonic a lo Hat Bar a su admirado Peter Sánchez? En tal caso el anuncio de medidas en el mitin electoral en cuestión podría ser apabullante. En cambio, si el visitante está en la sobria compañía de su declarado fan Rafa Ruiz, en Vila, el acto tendría que ser consecuentemente abstemio, como si estuvieran en Kabul (quizás quede algún camello de la Ibiza medieval, lo cual serviría de acompañamiento. Aunque hay que destacar que durante el largo dominio de la Media Luna en Pitiusas, nunca se dejó de beber vino: cantaba a lo sufí el poeta Al Sabini).
En cualquier caso nada parará la diarrea verbal del presidente del gobierno de España una vez desembarque del Falcon. No es ya la Historia sino la trepidante actualidad la que lo juzga como el burrócrata más charlatán, mentiroso y ególatra, aún más nefasto que Zoteparo. Su empecinamiento con la Ley del solo sí es sí ha soltado a la calle a violadores y pederastas; su delirante reforma de la malversación permite robar dinero público (ese que dicen que no es de nadie) con más impunidad; sus flirteos con la cloaca terrorista le han merecido el grito revolucionario ¡que te vote Txapote!; su debilidad (¿está siendo chantajeado?) con Marruecos ha traicionado al pueblo saharaui; las obstrucciones al registro del despacho del Tito Berni muestran el significado de su tan cacareada transparencia, etcétera. Y encima es más cursi que un repollo.
Pero volviendo al gin&tonic, a mí me gusta especialmente el de Gin Xoriguer, que tiene cierto gusto resinoso de los pinos menorquines. Ideal para olvidar el lodazal político y no asistir a esos soporíferos mítines solo aptos para fanáticos de partido.
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