Sé hacer varias cosas a la vez, como fumar, leer, beber, ver un noticiario de televisión y pensar mientras tanto en otras cosas. No es muy masculino, pero está tirado. Así pues, y valiéndome de esta versatilidad multitarea, a menudo suelo cocinar mientras escribo. Lo que implica recorrer bastantes veces un corto pasillo entre ambas habitaciones, que es por añadidura mi única actividad deportiva. Y aunque en ocasiones una exagerada atención culinaria me echa a perder el párrafo, sobre todo si estoy troceando coles para las sopas (trocear coles es incompatible con la sintaxis), nunca me había pasado a la inversa. Quemar el estofado por demasiada concentración frente al portátil.
Pero claro, las cosas que nunca pasan también acaban pasando. Así quemé el otro día un excelente estofado de carne y verduras, con versátiles aportaciones coreanas (el yukgaejang, guiso de ternera picante con kimchi), por olvidarme ante el ordenador de lo que estaba pasando en la cocina. Que por culpa de la comida se fastidie un párrafo, lo acepto sin rechistar, hasta lo celebro. Si un texto no aguanta la competición con una col hervida, no vale la pena. Pero eso de arruinar un guiso medio coreano… Menudo golpe a la autoestima. Ya soy uno de esos gilipollas que se olvidan de lo fundamental por lo episódico, y se les quema el estofado. Micromachismo, desde luego, o es que ya soy todo un hombre y no sé hacer dos cosas a la vez. ¿Acaso estaba muy interesado en el jodido párrafo? Para nada, ni me acuerdo de qué iba.
Seguramente estaba en Babia, alelado frente a la pantalla como un capullo, mientras a pocos metros se evaporaba el caldo con kimchi coreano, alterando toda la sintaxis del puchero. A la mierda los ingredientes, desastre narrativo, cataclismo en los sabores. Nunca me había pasado semejante tontería literaria, por más que las cosas que no pueden pasar, pasan. Quemé el estofado, borré en venganza el texto casi listo. La confianza en mí mismo no la perdí porque no soy de los que tienen esas bobadas. ¿Me comí el estofado vagamente yukgaejang? Naturalmente. Mis guisos, incluso quemados, aún son superiores. Ahora se está cocinando una legendaria salsa Ssamjang. Va para largo.
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