La gran apuesta de una serie de establecimientos por la cocina tradicional, con productos de proximidad, es sin duda uno de los grandes valores turísticos, que nos diferencia de otros destinos.
En este momento en el que parece que el Sushi y las florituras de alta cocina que dejan al comensal hambriento, se están abriendo paso en Formentera, la puesta en valor de la rotja, el gall de Sant Pere o los espectaculares arroces de la isla, son la mejor defensa de nuestra singularidad.
Decía el otro día la presidenta insular, Ana Juan en Fitur, que Formentera debe plantearse en este momento hacia donde quiere dirigir sus pasos en el futuro, haciendo referencia a la amenaza que representa para los negocios familiares, la irrupción de los fondos de inversión en la isla.
Las peculiaridades de Formentera hacen que los visitantes se enamoren de la isla y se conviertan en los mejores embajadores de nuestras excelencias. El gran capital tiende a la estandarización, convirtiendo la oferta en la misma en todas partes.
A aquellos que dicen que los grandes capitales están comprando la isla, habrá que recordarles que solo se compra lo que está en venta. Así que estos tres días en Madrid Fusión a sacar pecho y presumir de producto y de la generosa sabiduría que nos dejaron nuestros ancestros en materia gastronómica. La mejor defensa es un buen ataque.
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