El cada día más degradado barrio de sa Penya sigue, sin embargo, siendo toda una joya digna de visitar. A mi padre, que murió en 2003, le encantaba perderse por aquellas callejuelas, cargado con su caballete, sus papeles y sus pinceles, para plasmar en acuarela la belleza que a otros nos resultaba imposible percibir. Quien también tenía un amor especial por sa Penya era Carlos Tur, un periodista que, además de ser uno de mis mejores amigos, se dejó la piel por conseguir que esta ciudad fuera declarada Patrimonio de la Humanidad. Una declaración que, por sorprendente que pueda resultar, incluye también al barrio de sa Penya.
El carreró de Carles Tur
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El barrio de sa Penya no forma parte de la Declaración de Patrimonio de la Humanidad, como tampoco forma parte el barrio de la Marina (declarado este último, eso sí, Conjunto Histórico-Artístico en 1969). Únicamente forman parte el recinto amurallado (y lo que hay en su interior), así como el poblado fenicio de sa Caleta, la necrópolis fenício-púnica de Puig des Molins y la posidonia.