La empatía, según la RAE, es la capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos. Se trata de la forma que tenemos los seres humanos de ponernos en el lugar del otro, sobre todo cuando de problemas se trata. Está considerada como un valor fundamental para la vida social. Sin ella, es fácil que pasemos por narcisistas o psicópatas, incapaces de ver más allá de nuestro ombligo.
La clase política, en general, no demuestra mucha empatía. Y eso que sería fácil puesto que, con recursos casi infinitos, los políticos siempre pueden callar a aquellos que más se quejan. Pero hay ocasiones en las que no se trata solo de dinero. Hablando con los afectados de las obras de Isidor Macabich me he dado cuenta de que yo soy la primera que tiene la empatía un pelín dormida. Al principio, pensaba que todo era cuestión de molestias por el polvo y el ruido. O por la falta de aparcamiento. O simplemente porque aquellos con los que hablaba podrían no ser votantes del PSOE.
Pero, en un momento dado, recordé que tener un negocio en marcha es muy complicado. Nunca sabes qué va a pasar. Y menos aún qué caja harás al día siguiente. Me atrevería a decir que, incluso, muchos comerciantes confían en la buena suerte a la hora de levantar la persiana. Con lo que no cuentan, seguramente, es con la falta total y absoluta de empatía de la Administración. Y, en este caso, el Ayuntamiento de Ibiza, con Rafa Ruiz al frente, me lea o no me lea, está haciendo un ejercicio de narcisismo insoportable a cuenta del bolsillo de comerciantes y trabajadores. Tiene el alcalde la suerte de que nadie le ha montado un ca na Palleva en el lugar que ya no ocupa la fuente. Y eso que hoy estaría más que justificado.
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Toda la razón!!!!