Uno de mis bares favoritos estaba en la hoy polémica zona de Port de Can Nebot, en Cala Vadella. Lo llevaba una escocesa de sonrisa picta y deslumbrantes ojos verdes junto con su novio, que parecía jugador de rugby. Tenía vistas privilegiadas y a menudo, a la puesta de sol, pichaban arias de ópera cantadas por Pavarotti o la Sutherland (bálsamo para los oídos hartos del bakalao electrónico que impera en tantos garitos desde hace demasiado tiempo). En el pequeño embarcadero podías darte un baño alejado de masas playeras y luego subir de nuevo al bar, para brindar con una ginebra seca y resinosa como Xoriguer.
Opinión
Nostalgia de un bar
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1 comentario
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OLEEE PRIMO tu si que SABES ,como la PRIMITA @MONTSE ,,, que no FALTE el ORO .ja .ja ja...