El Govern balear hizo hace unos meses su ley de vivienda para tratar de paliar la sangría que, en este sentido, se está viviendo en las Baleares y, especialmente, en Ibiza. Siguiendo el camino de la política balear, el Gobierno central decidió hacer su propia ley de vivienda sabiendo que jamás entrará en vigor porque, una vez que se apruebe en el Parlamento, automáticamente recibirá unos cuantos recursos de inconstitucionalidad y, para cuando se resuelvan, Pedro Sánchez ya estará en las listas del paro, ese paro elitista del que sólo pueden gozar aquellos que han pisado moqueta. Sin la ley de Sánchez, la ley de Francina Armengol y Josep Marí Ribas Agustinet se queda coja, o más que coja, porque la mayoría de las herramientas que necesita la legislación autonómica para su completa aplicación se encuentran en esta ley-cadáver aprobada por el Consejo de Ministros. De hecho, todo apunta a que la ley de Sánchez se concibiera para tratar de dar algo de contenido a la balear, y más como un objeto de propaganda de la izquierda más radical que como un verdadero instrumento para resolver problemas. ¿Y qué mejor para captar el voto más extremista que una ley intervencionista y prohibicionista?
Legislación cadáver
Ibiza04/02/22 7:55
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