Simón Bolívar era un señorito indiano que cultivaba con esmero su elegancia y le pareció lo máximo hacerle la guerra a España. Logró la independencia, pero su sueño de unir las Américas se fue por el desagüe de la ambición de los diferentes caciques, que no iban a cambiar a un monarca allende los mares por una autoridad más poderosa en el propio continente («Se acata pero no se cumple», era la máxima de los virreyes de entonces, hoy seguida por las taifas autonómicas). «¡Bochinche, bochinche: esta gente no sabe sino de bochinche!», sentenció Francisco de Miranda cuando sus compañeros revolucionarios le traicionaron a las tres de la madrugada.
Hispanidad
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Mestizaje maravilloso a cuesta de genocidio y expoliación.