La semana pasada les hablaba en este espacio de la «desastrosa» atención que habitualmente se presta en la recepción del hospital de Formentera, al tiempo que les decía y les digo que alguna excepción habrá. Han sido muchas las personas que me han mostrado su absoluta coincidencia con lo explicado, que como ya dije en su momento parece haberse asumido como una normalidad absolutamente intolerable.
Muy amablemente desde el Área de salud de Ibiza y Formentera me contactaron para interesarse por lo publicado. En esa misma llamada insistieron en que para poder «monitorizar» la atención inadecuada y corregirla es imprescindible que haya quejas por escrito. Llegados a este punto, y vista la repercusión que tuvo el escrito de la pasada semana, hagamos caso de la sugerencia de Salud. Presentemos quejas cuando sintamos que el trato no es el adecuado. Pero no solo en la recepción del hospital sino también si el servicio sanitario no ha sido correcto o en cualquier otro ámbito de la atención al ciudadano tanto en lo público como en lo privado. Somos un país de quejarse en el bar, en la cola del súper o destriparlo todo en la peluquería, pero a la hora de perder 10 minutos y ser serios poniendo negro sobre blanco el hecho por el que nos sentimos perjudicados somos bastante vagos.
Quizá si muchos hubiésemos hecho eso antes no estaríamos hablando de esto. Y todavía en el hospital esta semana hemos sabido que se está ultimando la licitación de las obras del nuevo servicio de hemodiálisis. Al principio la recuperación de este servicio se dijo que era «imposible», pero la presión de los pacientes de Formentera, los medios de comunicación y la sociedad civil ha revertido la «imposibilidad» y la próxima primavera empezará a funcionar.
Al final va a ser verdad, que quejarse sirve de algo.
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