La pandemia pasa factura a todo aquel que lidere un ejecutivo, pero Francina Armengol ha salido especialmente quemada del ecuador de la legislatura. Está cansada y sabe que ser el animal político más brillante de Baleares no le va a ser suficiente para torcer el brazo a una Marga Prohens que plantará cara para ser la nueva inquilina del Consolat de Mar. A la presidenta le quedan todavía algunos episodios en los que podría salir damnificada como una eventual imputación en la causa que investiga las concesiones de algunos puertos deportivos como el de Eivissa o el de Maó.
El gol de Armengol
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