Encaramos la recta final de septiembre y la temporada turística en Formentera va tomando velocidad de crucero, lenta y tranquila. Hoy quiero recordar los primeros turistas que llegaron en abril y mayo, recién salidos del confinamiento y con mucha incertidumbre sobre el puñetero virus. Aquella tímida luz al final del túnel hizo que algunos empresarios turísticos de la isla empezaran a pensar en que se podía salvar una temporada que unos meses antes se vislumbraba poco menos que imposible. Tenemos mala memoria, de esto que les cuento hace apenas tres meses. Luego llegaron junio y especialmente julio y agosto y la isla se vistió con sus mejores galas para llenarse hasta la bandera, con todas las plazas ocupadas y los restaurantes y negocios a todo trapo.
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Salvados por la campana
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