Hace unos días acompañé a mi madre a que le arreglaran una muela que se le había roto. Eran las 13.30 horas más o menos cuando la recogí y el calor arreciaba. Entonces, en un semáforo en rojo y entre coches de alta gama y furgonetas con cristales oscuros apareció discreta, como una sombra, la presencia pequeña y sigilosa de un hombre vestido apenas con una camiseta de tirantes verdes y un bermudas azul marino. Delgado, enjuto, de piel morena y con el pelo enmarañado apenas pedía unos céntimos para poder comer ese día.
Opinión
Una vida de contrastes
También en Opinión
- «A Ibiza vienen los jueces y funcionarios que no tienen más remedio y se van a la mínima que pueden»
- Noche de pesadilla en un vuelo de Ryanair hacia Ibiza
- «Vendía un millón de pastillas de éxtasis mensuales en Ibiza»
- Infierno en el paraíso de Ibiza: una temporada más de colapso en el mirador de es Vedrà
- Verano 2024 en Ibiza: circula con el coche por el paseo marítimo de Santa Eulària lleno de peatones
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Periódico de Ibiza y Formentera
De momento no hay comentarios.