Atrapando la vida entre sus manos. Una vida corta porque se trataba de un bebé de pocos meses, pero una vida con una experiencia vital que irá ligada a los brazos de Juan Francisco Valle, el miembro del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS) de la Guardia Civil que fue uno de los protagonistas de una de las imágenes que el martes nos dejó la crisis que se vive en Ceuta.
«Estaba helado, frío, no gesticulaba», explicó Juanfran, uno de los guardias civiles que durante dos días se han multiplicado para rescatar a personas que apenas sabían nadar. El pequeño «estaba rígido, blanco» y cuando lo sacó del mar no sabía si estaba vivo o muerto. La de Juanfran portando al bebé es una instantánea potente, de las que mueven conciencias como lo fue en su día la fotografía de Aylan Kurdi, el pequeño de tres años de origen kurdo que fue víctima de la crisis humanitaria en Siria. Nilüfer Demir plasmó la realidad más cruda el 2 de septiembre de 2015 con el pequeño Aylan yaciendo sobre la arena de Bodrum.
Casi seis años después, miles de niños siguen jugándose la vida en un mundo azotado por la pandemia y la irracionalidad de mandatarios como el rey de Marruecos, un sátrapa que no tiene miramientos a la hora de jugar con la vida de miles de compatriotas para tensionar la situación y mostrar músculo ante un Ejecutivo español superado por los frentes que tiene abiertos. La impericia e insolvencia de la política exterior española es tan manifiesta como la profesionalidad y humanidad de Juanfran, el guardia del GEAS, o Luna, la voluntaria de la Cruz Roja que arropó con sus brazos a una de las miles de personas que bordearon los espigones ante la retirada de las tropas marroquíes.
Para arreglar el desaguisado, Sánchez envió al Ejército y acto seguido premió el chantaje del cacique alauí con 30 millones. Dinero para tapar las vergüenzas de unos y otros.
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