SEPE son las siglas de Servicio Público de Empleo Estatal, que de público lo tiene todo, y de servicio, pues de lo más lamentable.
Esta semana vimos cómo una usuaria montó en cólera a las puertas del SEPE de Ibiza. La mujer perdió los papeles, en una actitud totalmente comprensible, fruto de la desesperación de meses sin poder cobrar su merecida prestación. A voz en grito, la desatendida usuaria dijo verdades como puños que eran asentidas por los que, como ella, allí se agolpaban.
Lo del SEPE en Formentera es de juzgado de guardia. Para elaborar un reportaje me acerqué en diversas ocasiones a la oficina de Formentera, topándome con muchísimos usuarios indignados por no recibir ninguna respuesta. Estuve llamando no menos de 20 veces diarias, durante más de una semana, y nadie atendió nunca el teléfono.
Ante tal desaguisado, un buen día apareció por la oficina la directora provincial del SEPE, Sonia Barranco, que dedicó la mañana a arrancar folletos informativos de la puerta del local, vamos, solucionando los problemas.
Tuve la osadía de acercarme a ella, identificándome como periodista que quería hacerle algunas preguntas. Su respuesta fue contundente: «No tengo nada que responder, ustedes lo único que saben hacer es tergiversar la información», a lo que contesté que ésta era una buena ocasión para aclarar las «tergiversaciones». Después de mucho insistir, acabó dándome el correo de su secretaria para que enviara allí las preguntas.
Este humilde periodista ha entrevistado a varios jefes de estado, presidentes autonómicos e incluso al mismísimo Julio Iglesias de forma mucho más sencilla que a la señora Barranco, que, por supuesto, nunca contestó a mis preguntas. Pues eso, y nadie hace nada.
¿Llamo a Julio Iglesias, a ver?
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