Mucho se comentó en su momento sobre la que se denominó ‘nueva normalidad' y todo lo que podía suponer en cuanto a nuestro comportamiento social y la repercusión que todo ello tendría en la que es nuestra principal industria, el turismo. Es evidente que este año, y en buena parte debido al incívico e irresponsable comportamiento de determinados grupos sociales por un lado, al egoísmo y falta de respeto social de algunos empresarios y a la lentitud en la capacidad de reacción de las administraciones por el otro, la temporada turística no ha existido, ni bien ni mal, simplemente no ha existido.
Era previsible que el número de turistas que nos visitaran este verano sería muy inferior al de cualquier año anterior, si bien es cierto que en el ánimo de la mayoría de empresarios y trabajadores que dependen del turismo no se esperaba el desmesurado incremento de rebrotes y de afectados por el maldito covid-19 y que ello hiciera fracasar totalmente esta atípica temporada.
En cualquier caso, hoy quiero referirme a la gestión de las administraciones en determinadas cuestiones que son importantísimas para el presente y el futuro de nuestras islas. La limpieza de nuestros mares y de nuestras playas es una de estas cuestiones. Estamos acabando el mes de agosto y a día de hoy sigue sin entrar en funcionamiento algo tan importante para la preservación de nuestro entorno, como es el servicio de limpieza del litoral.
Es alarmante la falta de planificación y capacidad de gestión que ha demostrado el Govern Balear, a quien compete esta función. Desde el principio del verano se viene hablando de los continuos retrasos en la adjudicación de este servicio y, por parte de la conselleria balear, se vienen poniendo todo tipo de excusas para tratar de justificar lo injustificable, que no es otra cosa que la ausencia de este servicio de limpieza gracias al cual se recogen cientos de kilos de basura cada año. Podría parecer que por la menor afluencia de visitantes de este año, este servicio fuera menos necesario, pero nada mas lejos de la realidad ya que si hay dejadez lo único que se hace es que se siga acumulando la basura en nuestras aguas y nuestras costas. Es esencial que se mantenga esa limpieza para que no se sume el volumen que haya que recoger el próximo año. Nuestro entorno es y debe seguir siendo la base de nuestro atractivo, por eso hay que mantenerlo, con más turistas o con menos.
Lo mismo ocurre con la limpieza de nuestras playas. Tampoco es de recibo que esta temporada, con menos bañistas que nunca, tengamos que ver cómo en la mayoría de ellas la limpieza brilla por su ausencia. Se acumulan todo tipo de plásticos y residuos, entre ellos, las nefastas e indeseables colillas de tabaco. Problema éste de las colillas que ya debería estar solucionado y que bastaría con una orden municipal que prohibiera fumar y que debería afectar a todas y cada una de las playas de nuestros municipios.
Otro asunto determinante para nuestra isla es el tema de la cantidad de agua potable que se consume anualmente en nuestra isla y que es una cuestión fundamental tanto para residentes como para los turistas que nos visitan. Nuestro subsuelo esta tremendamente explotado y el agua que se suele extraer del mismo tiene un alto nivel de salinidad, por ello dependemos de la producción de las desaladoras de la isla para poder tener un correcto abastecimiento. Partiendo de esta base resulta extremadamente preocupante la noticia conocida recientemente de la increíble cantidad de agua que se pierde en el conjunto de nuestras redes de abastecimiento.
Es del todo inaceptable que esa cantidad de agua potable que se pierde antes de llegar a los puntos de consumo, equivalga al total de la producción anual de la desaladora de Eivissa. Debe imponerse ya un programa de inversión conjunto Govern Balear y ayuntamientos, para hacer de una vez por todas la inversión urgente y necesaria en las redes de abastecimiento, tanto en alta como en baja. No podemos permitirnos el lujo de perder por el camino la producción entera de una de las tres plantas desaladoras de la isla. El agua debe ser para todos nosotros el bien más preciado, ya que sin ella se viene abajo por completo nuestro sistema de vida. Hay que velar ante todo por el interés social y, por supuesto, éste debe estar muy por encima del interés de las empresas concesionarias. El bien común debe estar siempre por encima del particular o empresarial.
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