Hace dos años el entonces diputado de Podemos Aitor Morrás compareció en la tribuna del Parlament para pedir al PP que impidiese a uno de sus diputados, Alvaro Gijón, que interviniese en la Cámara balear. Al encontrarse en situación de investigado, decía Morrás, Gijón no tenía derecho a hablar en el Parlament. «Si Gijón está agazapado tras los escaños de esta Cámara es para no ser detenido y ustedes son cómplices», dijo. Hoy el caso Gijón ha dado un giro de 180 grados, pero seguramente a Morrás le importará un pimiento. El juez y el fiscal que acusaban al ex diputado del PP de cobrar supuestas comisiones, han sido descubiertos por la Policía alterando pruebas y manipular a testigos. Ahora se les investiga por pertenecer a una banda criminal, presuntamente. Que archiven la imputación contra Gijón por falta de pruebas es cuestión de tiempo, pero ahora Morrás ya no es diputado y vive cómodamente en su papel de concejal decisivo para que gobierne el PSOE en Vila. ¿Y saben con quien se está reuniendo Morrás para cerrar un pacto de gobierno? Con Alfonso Molina, el exconcejal socialista que tuvo que dimitir cuando este periódico desveló que el SOIB le reclamaba 27.000 euros cobrados supuestamente cometiendo graves irregularidades en las subvenciones de sus empresas para cursos de formación a parados. Aitor Morrás debe considerar a Molina un político ejemplar pese a que tuvo que dimitir por ese escándalo, a pesar de los intentos desesperados de Rafa Ruiz para darle protección política. Lo de Molina no eran sospechas como en el caso de Gijón, sino hechos probados y resueltos en la vía administrativa. Por si Morrás ha perdido la memoria, hay que recordarle que Molina, con quien él negocia, está investigado en un caso de corrupción como ‘Ibiza Crea’. Pero pedirle un poco de coherencia ya sería demasiado.