En mi artículo del pasado domingo quise insistir en la importancia y necesidad de participar dignamente en la celebración de la Santa Misa especialmente en el domingo. Continuando en esta reflexión os pongo, estimados lectores de mis artículos en el Periódico de Ibiza y Formentera, en algunas indicaciones a este respecto que nos ha ido haciendo el Papa Francisco, cumpliendo así su misión de ayuda a todos como hace siempre el Papa de cada momento.

En las Audiencias generales de los miércoles, a lo largo de todos los años que tenemos la ayuda de su pontificado, nos va dando indicaciones sobre ello. Con frecuencia el Papa recuerda la importancia de cumplir con el precepto la Iglesia para todos los católicos de oír Misa entera todos los domingos y fiestas de guardar.

Así en noviembre de 2017 y en el marco de sus catequesis sobre la Eucaristía, el Santo Padre pidió no olvidar «el gran número de cristianos que, en el mundo entero, en dos mil años de historia, han resistido hasta la muerte por defender la Eucaristía; y cuantos, aun hoy, arriesgan la vida por participar en la Misa dominical».

«La Eucaristía es un evento maravilloso en el cual Jesucristo, nuestra vida, se hace presente. Participar en la Misa ‘es vivir otra vez la pasión y la muerte redentora del Señor. Es una teofanía: el Señor se hace presente en el altar para ser ofrecido al Padre para la salvación del mundo’», dijo entonces también Papa Francisco.

En septiembre del pasado año, en un encuentro realizado en la región italiana de Sicilia, el Papa dijo: «En lo que respecta a la participación en la Santa Misa, especialmente en la dominical, es importante no estar obsesionados por los números: los exhorto a vivir la bienaventuranza de la pequeñez, de ser el granito de mostaza, una pequeña grey, un puñado de levadura, una flama tenaz, un grano de sal».

Y así en noviembre de 2017 Papa Francisco dio inicio a un nuevo ciclo de Catequesis, dedicó del 8 de noviembre al 20 de diciembre al tema de la participación en la Santa Misa y siguió después de Navidad con ese tema hasta abril, de forma que los católicos lo tengamos claro y lo cumplamos.

Inició esas charlas diciéndonos: «La Eucaristía es un evento maravilloso en el cual Jesucristo, nuestra vida, se hace presente. Participar en la Misa ‘es vivir otra vez la pasión y la muerte redentora del Señor. Es una teofanía: el Señor se hace presente en el altar para ser ofrecido al Padre para la salvación del mundo’».

Y continuando con sus enseñanzas, nos dice en otra ocasión, la audiencia del 13 de diciembre de 2017 que la Misa de los domingos «da sentido a toda la semana y nos recuerda también, con el descanso de nuestras ocupaciones, que no somos esclavos sino hijos de un Padre que nos invita constantemente a poner la esperanza en Él».

Os animo a que acojáis esas buenas enseñanzas del Papa sobre las cosas de la Misa: es oración, es memoria del misterio de Cristo, acción de la penitencia, proclamación del Gloria, escuchar la palabra de Dios y la homilía que la explica para que sea muy bien acogida, profesión de la fe con el rezo del Credo, petición a Dios de nuestras necesidades, consagración del pan y del vino, rezo del padrenuestro, comunión, y concluye diciéndonos: «Los frutos de la misa, por tanto, están destinados a madurar en la vida de cada día. Podemos decir así, un poco forzando la imagen: la misa es como el grano, el grano de trigo que después en la vida ordinaria crece, crece y madura en las buenas obras, en las actitudes que nos hacen parecernos a Jesús. Los frutos de la misa, por tanto, están destinados a madurar en la vida de cada día. En verdad, aumentando nuestra unión con Cristo, la eucaristía actualiza la gracia que el Espíritu nos ha donado en el bautismo y en la confirmación, para que nuestro testimonio cristiano sea creíble (cf. ibíd., 1391-1392). Entonces, encendiendo en nuestros corazones la caridad divina, ¿la eucaristía qué hace? Nos separa del pecado: «Cuanto más participamos en la vida de Cristo y más progresamos en su amistad, tanto más difícil se nos hará romper con Él por el pecado mortal» (ibíd., 1395). Finalmente, participar en la eucaristía compromete en relación con los otros, especialmente con los pobres, educándonos a pasar de la carne de Cristo a la carne de los hermanos, en los que él espera ser reconocido por nosotros, servido, honrado, amado (cf. ibíd., 1397)».

Que esos buenos mensajes del Papa Francisco nos ayuden a estimar y participar dignamente en la Misa siempre.