El jueves, cuando aún se desconocía la decisión última del juez Llarena sobre el destino de los independentistas catalanes, un miembro del Gobierno -no, no era ministro, pero sí un alto cargo, y por eso me permito titular como lo hago- se mostraba encantado: «estamos descabezando el movimiento independentista» me comentó, poco después de haber finalizado el debate en el Parlament, donde, cierto es, la palabra «independencia» no fue precisamente la más citada. Nos tienen miedo, argumentaba mi interlocutor gubernamental, sin darse cuenta, quizá, de que eso es lo peor que nos pueden tener: miedo. Por miedo disimulan, por miedo dimiten, por miedo huyen. Y por miedo, la sociedad del resto de España cierra filas, experimenta una indudable involución, simplifica a dos colores todo el arco iris de una realidad que no puede obviarse en la existencia de ‘buenos' y ‘malos'. No, no todo está saliendo bien y el maldito ‘procés' está causando muchos efectos secundarios, que irán apareciendo a corto o medio plazo.
OPINIÓN | Fernando Jáuregui
No, no lo estamos haciendo bien, señor ministro
25/03/18 4:48
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