El Salmo responsorial de este domingo nos dice que el Señor sana los corazones destrozados y que venda las heridas. En el Evangelio se nos narra como Jesús curó a muchos enfermos de diversos males. Después salió a predicar a las aldeas cercanas. Y sucedió que un enfermo de lepra se acercó a Jesús y le dijo de rodillas: «Si quieres puedes limpiarme». Compadecido el Señor, extendió la mano, le tocó y le dijo: «Quiero, queda limpio, y al momento desapareció la lepra, y quedó limpio». Este pasaje nos muestra que la oración llena de fe y confianza, de un hombre que necesita la ayuda de Dios y la pide con la seguridad de que si quiere, tiene poder el Señor para librarlo del mal que padece. Nosotros, si vivimos unidos a Cristo por la oración humilde y confiada como la del leproso y ponemos en práctica una vida de fe y amor nos veremos libres de caer en pecado, especialmente, a través de la renovación del sacrificio del calvario en la Santa Misa.
OPINIÓN | Lucas Ramón Torres, sacerdote
6º domingo T.O. (Mc.1,30-45)
10/02/18 23:48
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