Según el señor Jaume Alonso Cueville, Puigdemont se marchó para evitar una masacre. Tanta mentira produce repugnancia por más que el desprestigio en que se han sumido sea palmario.
Pero cuanta energía, cuantas horas, cuantos recursos, cuanta paciencia, cuanto temor, cuanta preocupación venimos dedicando a Cataluña.
El último año lo hemos pasado pendientes de cuanto han dicho y hecho los «padres del procés». Hemos asistido atónitos a la declaración de un referéndum ilegal, a su parodia de celebración, a la declaración de independencia de Cataluña que daba lugar a una supuesta República Catalana, a la aplicación del articulo 155 de la Constitución para devolver a la legalidad a esta Comunidad Autónoma, a la entrada en prisión preventiva de algunos miembros del ex gobierno catalán, a la huida de Carles Puigdemont.... Y mientras la vida seguía pero sin que pudiéramos dedicar ni un minuto de atención a problemas que afectan a millones de ciudadanos.
La economía crece, es verdad, lo ridículo es negarlo, pero el trabajo que se crea es trabajo de baja calidad y con salarios ridículos en la mayoría de los casos. Hay problemas en el sector agrícola, donde los agricultores tienen que vender sus productos a precios irrisorios por la presión de las grandes multinacionales de la alimentación. Por otra parte nuestro Estado de bienestar sigue padeciendo los recortes sufridos durante los años duros de la crisis. Nuestros jóvenes continúan buscando su futuro fuera de España. Nuestro sistema educativo necesita una puesta a punto. La Sanidad Pública, sin duda excelente, a pesar de los recortes, gracias al empeño de médicos y personal sanitario, necesita más medios e inversiones.
Los mayores de cincuenta años que se quedaron sin empleo desisten de poder encontrarlo. Etc, etc, etc. Es decir, hemos aparcado todos estos y otros problemas porque no nos llegaba el aliento más que para estar pendientes del problemón que un grupo de políticos independentistas tan irresponsables como aventureros y cínicos han provocado en Cataluña y en el resto de España. Y estos, claro está hay que apuntárselo en su haber.
En fin, nuestro país tiene problemas que necesitan de toda la energía necesaria para abordarlos y sobre todo de que esos problemas estén en la agenda de las prioridades políticas. Pero ya digo, desde hace más de un año, todo ha quedado aparcado a cuenta del problema catalán. Lo peor es que tenemos que seguir aguantando esos delirios mentirosos de Puigdemont y los suyos inventando excusas falsas para justificar su política irresponsable, y su engaño a sus conciudadanos. Porque ese es el quid de la cuestión, han engañado a los suyos.
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