Es una ocasión muy apropiada para conocer un poco más a nuestra Iglesia diocesana, para sentirla como una buena ayuda para nuestra fe religiosa y para amarla y ayudarla porque la consideramos como es nuestra propia gran familia.
Nuestra Iglesia diocesana de Ibiza es la comunidad de fe, que formamos todos los cristianos católicos que vivimos en las bellas Islas de Ibiza y Formentera y en ellas vivimos nuestra fe, practicamos la esperanza y vivimos en caridad y misericordia.
Presidida por el Obispo quien, como sucesor de los apóstoles y con la cooperación de los sacerdotes, la pastorea en nombre de Jesús, el Buen Pastor, nuestra Iglesia diocesana anuncia, celebra y realiza el Evangelio de Jesús, la Salvación de Dios, para todos. Está integrada por las comunidades parroquiales, las comunidades religiosas y los grupos apostólicos y cofradías.
Con el lema de este año, manifestando que la Iglesia diocesana es una gran familia, no es algo ajeno a los que la formamos: es la gran familia de los creyentes, nuestra propia gran familia. Nuestra Diócesis, don del amor gratuito de Dios para todos y cada uno de nosotros, es querida por Cristo y está alentada por la presencia del Espíritu Santo para ser el lugar de la presencia del Señor y de su obra salvadora entre nosotros y para nosotros. Él mismo nos ha encomendado la hermosa tarea de anunciar el Evangelio, de celebrar los sacramentos, de vivir la caridad y la misericordia de Dios para que la obra de su Salvación llegue a todos. Hemos de saber acogerla con gratitud y amarla de corazón.
Por eso hemos de acudir y colaborar con la Iglesia siempre, en virtud de nuestro bautismo y confirmación, no viviendo al margen de su vida y su misión, sino participando siempre en sus necesidades personales y materiales. Por eso, siendo los cristianos miembros de una comunidad diocesana y en nuestro caso nuestra comunidad diocesana se extiende por Ibiza y Formentera, hemos de amar, servir y vivir en la Iglesia. Y ello no sólo en algunas pocas actividades, sino colaborando en todas sus obras y ello como expresión de nuestra fe en Cristo Jesús y nuestra unión siempre con Él. En resumen, el cristiano es quien sigue y vive unido personalmente a Jesús y a su Evangelio, y esto siempre, en el seno de la comunidad de los creyentes.
Así, pues, amemos a nuestra Iglesia diocesana, valoremos y agradezcamos los bienes que recibimos de ella; cada uno la necesitamos si queremos vivir nuestra condición de bautizados, máxime en tiempos de dificultad. Como en nuestra propia familia, la vida y la misión de nuestra Iglesia piden nuestro compromiso. La prueba del grado de nuestro amor a nuestra Iglesia será nuestro compromiso en la vivencia de la fe y vida cristianas, y en la cooperación en sus tareas.
Para llevar a cabo su misión, nuestra Iglesia diocesana tiene también necesidades materiales que atender y cubrir. Esto no es posible sin la generosa colaboración económica de todos sus miembros. Seamos generosos siempre, y muy especialmente en las colectas que este domingo se hacen en todas las parroquias y capillas y así nuestra Iglesia diocesana podrá seguir sirviendo y ayudando a todos cumpliendo los encargos que Jesucristo nos hace. Así pues, animaros a esa ayuda y muchas gracias a todos por hacerla.
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