Quien ama de verdad a Dios ama también a sus semejantes, porque verá en ellos a sus hermanos, hijos de un mismo Padre, redimidos por la misma sangre de Nuestro Señor Jesucristo. En la 1º carta de San Juan leemos esto, el que ame a Dios ama también a su hermano, y añade: si alguien dice que ama a Dios, pero desprecia a su hermano, es un mentiroso. El mandamiento del amor es el más importante porque en él alcanza el hombre su perfección. El primero y más importante consiste en el amor incondicional a Dios; el segundo es consecuencia y efecto del primero. Jesús nos dice: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. El Señor establece que la medida práctica del amor al prójimo ha de ser la del amor a uno mismo; tanto el amor a los demás como el amor a uno mismo se fundamentan en el amor a Dios. De todo ello se deduce que el mismo amor a uno mismo, tiene la base en el Amor de Dios al hombre y trae como consecuencia las exigencias radicales del olvido de sí para amar a Dios y al prójimo por Dios.
OPINIÓN | Lucas Ramon Torres
Domingo 30.T.O. ( Mt.22, 34-40)
29/10/17 19:55
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