No acabo de entender las trabas burocráticas que pone el Govern balear a la empresa Salinera Española, que intenta mejorar las cosechas de sal en los estanques de ses Salines de Eivissa. Todo indica que los receptáculos salinos del Parque Natural acusan una falta de mantenimiento que reduce la producción y, consecuentemente, la facturación de la empresa. Parece ser que Salinera Española lleva ya unos siete años esperando que una comisión presidida por el Conseller de Medi Ambient dé luz verde a un plan que regule la actividad de la extracción de la sal.
Y dicho sea de paso, se trata de una sal muy apreciada para conservar el pescado como saben muy bien en Escandinavia y en las islas Feroe. La cosecha del año en curso será de unas 50.000 toneladas debido a las lluvias caídas en el verano, muy lejos de las 90.000 que se han llegado a alcanzar con muy buenas condiciones meteorológicas, y recuerdo que mi tío Manuel Escandell Hernández, ‘d'en Sinio', siendo “salinero”, consiguió una cosecha de 90 mil toneladas.
Y entrando ahora en el túnel del tiempo, aprovecho la ocasión para recordar que una vez finalizada la Guerra de Sucesión, en 1714 y mediante un decreto de Nueva Planta, Ses Salines fueron incorporadas a las “Rentas de la Corona” y posteriormente vendidas a un empresario de Mallorca. Naturalmente, ya que España sigue reclamando Gibraltar, me pregunto por qué razón no las reivindica el Consell Insular (heredero político de la Universitat, nuestra institución de autogobierno). Me refiero, claro, a la propiedad de Ses Salines, que eran del pueblo de Eivissa.
Ecotasa
Se ha hecho público que con fondos del impuesto de turismo sostenible: la ecotasa, el Govern balear recaudará este año unos 65 millones de euros de los que a nuestra isla le pueden corresponder entre 8 y 10,5 millones. No sé cómo se hace el reparto, pero lo justo sería que la ecotasa se cobrara en los ayuntamientos, como se hace en toda Europa, pero es lo que hay. Lo digo porque con dinero de la ecotasa la presidenta Francina Armengol ve con buenos ojos la reforma y mejora del paseo de ses Figueretes y también sacar adelante un proyecto de paseo en primera línea de mar en la zona sur de la bahía de Sant Antoni, ubicada en el término municipal de Sant Josep. Un paseo, déjenme que lo diga, del que se viene hablando desde hace más de 30 años y todo sigue igual. Lo dicho más arriba; es lo que hay.
Mientras tanto, se ha construido un enorme y hermoso Palacio de Congresos en Palma, que ha costado unos 100 millones de euros y me encantaría saber cuál ha sido la aportación del Govern balear. ¿Puede satisfacer mi curiosidad algún diputado ibicenco con escaño en el Parlament, sea del PP, del PSOE o de Podemos? Y de paso, recuerden que no hay manera de sacar adelante la segunda fase del Palacio de Congresos de Eivissa, construido en Santa Eulària.
1 comentario
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Lo más justo y sencillo sería que cada isla recibiera lo que genera. Así habría proporcionalidad entre los inconvenientes generados por el turismo y la inversión en compensar dichos inconvenientes. Pero con Mallorca hemos topado.