No te pido que atajes las que vayan dentro, pero por lo menos no te metas las que vayan fuera». La célebre sentencia que le hacía don Alfredo Di Stéfano a un portero del Valencia valdría para nuestros gobernantes. Alcaldes y responsables del Consell han desembarcado estos días en Fitur para vender las bondades de las islas. Destinos como Ibiza o Formentera se venden solos. Bastaría con no desbaratar lo que la naturaleza te ha dado: «No te metas las que vayan fuera». Compro que cualquier destino turístico que se precie debe estar presente en ferias como la de Madrid o Londres, pero el turismo hay que cuidarlo sobre el terreno.
Cuidar las islas es mantener limpios los bosques o proteger la posidonia, pero también se cuida limpiando las playas o trabajando para que el acceso a una zona como Jesús no sea un auténtico calvario. El turismo se alimenta trabajando por la conectividad e impulsando las conexiones entre la península y las islas. El turismo se impulsa desde la congruencia. Vamos a Madrid a promocionar las Pitiusas como un paraíso para el deporte, al tiempo que se van suspendiendo pruebas y más pruebas. Queremos avanzar la llegada de turistas a principios de abril y tenemos media isla patas arriba.
La celebración de Fitur nos ha dejado huérfanos de autoridades en la isla durante unos días en los que la feria política nos la han servido desde Mallorca a cuenta del enésimo circo montado en el Parlament por las cuitas en el seno de Podemos. Xelo Huertas se aferra a su sillón de presidenta de la cámara balear y los círculos están a punto de explosionar. Desgraciadamente, el escaparate político vuelve a dejarnos la peor imagen de la islas. Eso sí, siempre nos quedará el reconocimiento al mejor estand de Fitur.
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