A veces siento que no estoy solo. Principalmente a la caída del sol y con la llegada de la noche, más aun, cuando el otoño se cierne sobre nuestras cabezas y los días se hacen más cortos, y el frío y la humedad en el ambiente se hacen más palpables porque se nos meten dentro del cuerpo. Igual que el miedo. Así, día tras día, noche tras noche, los escucho susurrar profundamente en todos los rincones de la casa. Siento miedo a la oscuridad y el misterioso crepitar de voces pululantes, me produce una aciaga sensación de incontrolable pánico que me cuesta superar; así que me digo a mí mismo, que adelante, que ya está bien de acojone y que si tengo que superarlo tendrá que ser sin la ayuda de nadie, ni tan siquiera de las hermanitas de la caridad que habitaron el que fuera en tiempos remotos, este convento y del que todo hay que decirlo, salieron por patas de él, cuesta abajo, sin freno, y con las faldas a lo loco. Así que basta de ayudas porque no vendrán ni estas, ni las que solicité al Estado, entre ellas el plan renove, para muchas cosas que me gustaría renovar en estos tiempos, y porque entre otras, no hay una perra que repartir, debido a que el reparto ya se hiciera con anterioridad a «los otros», y de ahí mi miedo acérrimo a todo aquello que sean pronombres indefinidos o personales: ya saben: otro, otras, otros, otras, mío, tuyo...no por ser pronombres en sí, sino precisamente lo segundo: por ser personales, o sea sé, de persona, de la cual dícese que es la peor de toda la especie del mundo animal porque siempre reparte la peor parte a los demás y se queda para sí la mas buena.
Desciendo las escaleras que llevan al sótano. El lugar más oscuro y lúgubre de la casa. Allí las voces son mas turbias. Exaltadas, diría más bien. Se les escucha gemir, murmurar, maldecir, aunque no se les comprende. ¿Qué seres extraños habrá tras esa puerta? ¿Que monstruos pueden cohabitar ese tenebroso lugar, viviendo en la oscuridad, manifestándose como almas en pena y arrastrándose cual seres del averno? De repente recuerdo que soy abstemio, y que de poco servirían unas copas - aunque si fueran unos buenos gin tonics, bien merecerían la pena, pues todo ayuda, también hay que decirlo- , y que además y en todo caso, es preferible encarar la realidad y enfrentarse uno a ella, con tal de desentrañar este tétrico misterio de una vez por todas. Así pues, me armo de valor y sujeto el pomo de la puerta al mismo tiempo que tiro de él hacia mí. Y así, es cuando el terror se apodera de mi vista, de mis manos temblorosas mientras un sudor frío recorre mi cuerpo serrano. ¡Allí están!. Los veo ¡Son ellos! Los mismos pronombres personales e indefinidos de siempre. Todos apelotonados: los del Psoe, los de Ciudadanos, los de Podemos y los del PP, intentando llegar a acuerdos imposibles, todos juntos y revueltos, en el sótano lúgubre y más oscuro que la Democracia le tiene reservado a quienes viven en el caos y la oscuridad. Por un momento pensé que podría haber sido Nikole Kidman, que está más buena, y es mejor que los anteriores a la hora de interpretar su papel, pero para nuestra desgracia, son ellos. Los de siempre. Los otros, y estos, créanme; sí que dan miedo.
OPINIÓN | Enrique Moreno Torres
Los otros
02/10/16 0:00
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