Si hay alguien grande en este mundo, ese, sin duda alguna es Raphael. Pero no por su gran talento como profesional del mundo de la canción, sobradamente demostrado, sino por su capacidad de niño prodigio en el arte adivinatorio, asunto, que tras arduos estudios y comparativas obtenidos en el rincón del vago.com, me lleva a la conclusión que, lo de: ¡Papá!, quiero ser artista no fue más que la tapadera de un niño, que llegado de otro planeta o al menos abducido por seres extraterrestres - fijen se si no, en la manera en la que apunta al cielo con su mano, en cada uno de sus conciertos, que no es otra cosa que la del esfuerzo por dar a conocer a los terrícolas, la estrella de donde proviene -, acabó por convertirse en una estrella más del firmamento. En mis teorías me reafirmo, mal que a muchos de ustedes les pueda pesar y llevar a acertadas dudas, teniendo en cuenta, como les dijera antes, de los grandes esfuerzos mentales, que he tenido que llevar a cabo para alcanzar tales conclusiones. Valgan pues, algunas de mis teorías cuyo interés no son otro, que el de dilucidar no ya, los misterios de la Santísima Trinidad, que sí, que sí; sino aquellos que nos afectan más a los que como ustedes y un servidor, nos mariscamos la vida diariamente, mientras esperamos paciente o impacientemente - Es indiferente, porque ya sabrán el dicho ese de que: «Si la cosa no tiene remedio, ¿Por qué lloras? Y si tiene remedio, ¿Por qué lloras?- a que haya fumata blanca con eso del «Bobierno»de la nación - ¡Sí, sí!, Bobierno, y no Gobierno; han leído ustedes bien, Bobierno, que proviene de Bobo, y aquí extraigan ustedes sus propias conclusiones-. Vayamos pues al meollo del asunto del misterioso Raphael y descifremos empíricamente, los vaticinios del cantante que ya nos adelanta en años luz, los misterios de la política que nos afecta en estos momentos, sin visos de solución alguna. Les aconsejo que escuchen la canción porque no tiene desperdicio.

Hoy para mí es un día especial

Hoy saldré por la noche

Podré vivir lo que el mundo nos da

Cuando el sol ya se esconde.

En esta estrofa, el artista ya nos advierte de los días especiales que nos van a tocar vivir y que todo quisqui se va a aprovechar de los pelotazos, de forma subrepticia ocultando bienes y todo tipo de estipendios al que todo el mundo se apunte en cada trama corrupta. Más claro: agua

Podré cantar una dulce canción

A la luz de la luna

Y acariciar y besar a mi amor

Como no lo hice nunca

En esta siguiente estrofa, ya nos adelanta las políticas de pactos, en donde nuestros políticos, se lo van a pasar pipa a la luz de la luna, en pleno aquelarre, haciendo se arrumacos, caricias y besitos, pero sin sexo tácito - sólo llamadas telefónicas o ciber sexo sin llegar a mas- ¡Fíjense, fíjense! como Raphael lo calca y lo borda al adivinar el juego del corro de la patata, que están llevando a cabo todos los grupos políticos entre sí.

Que pasará, que misterio habrá

Puede ser mi gran noche

Y al despertar ya mi vida sabrá

Algo que no conoce

Aquí, ya queda claro que hasta el mismo Raphael tiene dudas de si habrá o no investidura; así que decide irse a dormir, puesto que hasta para él ya todo es un misterio. - Para él, para ustedes, para mi... -, y como prueba irrefutable de lo que intuye, nos adelanta que «al despertar ya su vida sabrá, algo que no conoce». ¿Pero queda algo por conocer?

Y sin hablar nuestros pasos irán

A buscar otra puerta

Que se abrirá como mi corazón

Cuando ella se acerca

Sin duda alguna aquí se refiere a la política de puertas giratorias, en la que cada líder deberá abrir su corazón y otras partes más dolorosas de su cuerpo, con tal de llegar a acuerdos imposibles. Aquí, ya el artista venido de otro planeta, nos advierte de que o se abren - a los pactos, claro; ¿pues que otra cosa sino?- o la cosa va para largo, como ustedes ya están observando. En definitiva: qué duda cabe que la letra de su canción es toda una clave de lo que puede ser una gran noche, en este caso electoral, puesto que ya nos adelanta también las terceras. Todo un artista Raphael. Aunque para llegar a tal conclusión no haya que ser mismamente un genio, aunque sí tener una gran noche.