Seguimos en el mes de mayo, que los católicos dedicamos a la Virgen María, y por eso decimos también que es el Mes de María, como os recordaba en mi anterior artículo. Teniendo presente que el próximo miércoles 18 es el cumpleaños de San Juan Pablo II, que nació ese día del año 1920, quiero compartir con vosotros, estimados lectores de mis artículos, algunos detalles de la devoción que él tuvo aquí en la tierra a la Virgen María para que ello nos sirva también a nosotros a ser devotos de la Madre de Dios y Madre nuestra. El mismo Papa Francisco hablando de Juan Pablo II ha dicho que en muchas circunstancias le ha sorprendido su piedad, su sentido de oración, sobre todo su relación con María, su devoción mariana.

Nació ese día en la tarde. La casa de sus padres, que yo he tenido la suerte de visitar varias ocasiones en su pueblo, Wadowice, estaba junto a la parroquia. El parto de su madre fue por la tarde y su madre cuando empezó a nacer este su tercer hijo pidió que dejarán abierta la ventana de la habitación: en la iglesia estaban celebrando el mes de María y decía su madre: quiero que las primeras cosas que oiga mi hijo sean los cantos que la gente está haciendo a la Virgen María. Ese detalle San Juan Pablo II nos lo contó muchas veces a sus colaboradores, como diciéndonos que desde el inicio de su vida en la tierra había tenido la oportunidad de entrar en contacto con la Virgen.

Cuando fue elegido obispo tomó como lema episcopal “Totus tuus”, frase tomada de San Luis María Grignon de Monfort, frase que íntegramente era; “Soy todo tuyo y todas mis cosas te pertenecen: te pongo en el centro de mi vida”.

Siete días después de su elección, Juan Pablo II visitó el santuario mariano de Mentorella, a las afueras de Roma. Fue la primera de muchas visitas a santuarios marianos de todo el mundo.: Fátima, Aparecida en Brasil, Fátima, Guadalupe, Desamparados en Valencia, etc.; sería una larga la lista de los santuarios marianos que visitó.

Era normal verlo con el rosario en la mano, aprovechando cualquier momento que tenía libre par ir rezando a la Virgen. Y tan cerca estaba de la Virgen que la Virgen estaba cerca de él: así, por ejemplo cuando el 13 de mayo de 1981 sufrió el atentado en la Plaza del Vaticano, lo normal, por la herida que le causó Alí Agka es que hubiera muerto enseguida pero… como él decía fue la Virgen, en ese día de la fiesta de Fátima, que le protegió y le evitó la muerte para que siguiera haciendo el bien en el gobierno de la Iglesia universal.

Todos los papeles que escribía en su despacho la oración de San Luis María Grignon de Monfort a la Virgen; así en los escritos de sus homilías, discursos, encíclicas, en la parte superior derecha de las hojas «En la primera página escribía el inicio de la oración: Tuus totus ego sum, ‘Soy todo tuyo’; en la segunda, Et omnia mea tua sunt, ‘Y todas mis cosas te pertenecen’; en la tercera, Accipio Te in mea omnia, ‘Te pongo al centro de mi vida’; en la cuarta, Praebe mihi cor tuum, ‘Dame tu corazón’».En los archivos de la Secretaría de Estado, donde yo trabajé casi doce años, hay miles de esas páginas donde se ve que Juan Pablo manifestaba de modo muy íntimo y conmovedor su amor a la Virgen. En la Plaza del Vaticano hay muchas estatuas, pero él se dio cuenta de que faltaba una: la de la Virgen, y la colocó. El amor de Juan Pablo II por la Virgen fue un amor sin límites. Nunca dejó pasar ocasión para hablar de María. Le dedicó la encíclica Redemptoris Mater, y muchas, muchísimas homilías y discursos. Y casi al final del pontificado, celebró el Año del Rosario, que tuvo tantos frutos de devoción y renovación espiritual.

He querido compartir con vosotros algunos detalles de la devoción de San Juan Pablo II a la Virgen María. Estamos nosotros ahora en el mes de María: que siguiendo pues los ejemplos de este Santo y Papa también crezca, se mantenga y nos guíe en nuestra vida, nuestras actividades, proyectos y deseos nuestra devoción a la Virgen María. Ella, hace ya casi ocho siglos dio a Ibiza y Formentera la vuelta al cristianismo: que ello haga que los cristianos de Ibiza y Formentera seamos devotos suyos, y San Juan Pablo II, cuya imagen coloqué en la Catedral en mayo de 2009 sea un ejemplo para ese camino nuestro.