Johan, genio y figura hasta...
Si tienes la pelota, no hace falta defender, porque sólo hay una pelota», Johan Cruyff dixit. «Prefiero ganar 5-4 que 1-0», una filosofía vital. «El dinero debe estar en el campo, no en el banco», el manager avanzado a los tiempos. Él era el fútbol en mayúsculas. El balón era su particular atalaya desde donde dirigía los rondos. Sentado sobre el cuero observaba el tiki-taka que consagró un estilo de fútbol. «Se juega como se entrena», sentenciaba el profeta del gol.
Como jugador, El Flaco, era la genialidad y el cambio de ritmo. La genialidad reflejada en el Nuréyev que se eleva y hace un escorzo imposible para rematar con el exterior y batir a Miguel Reina. Un remate original, único, un gol para la historia de los amantes del fútbol sin fronteras. El cambio de ritmo como sello propio inmortalizado en el arranque de la final de la Copa del Mundo del 74. No habían pasado ni 120 segundos del inicio del duelo, el 14 cogió el esférico en el centro del campo, condujo con el exterior y al encarar la zona más caliente del terreno de juego, un cambio de ritmo que Berti Vogts sólo puede frenar con un derribo dentro del área.
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