Eivissa30/11/15 0:00
Echo de menos a los niños. No a los míos, porque todavía no soy padre, sino a los niños que jugaban en la calle. ¿Se acuerdan de ellos? Estaban en cada plaza, parque o callejón con sus balones de fútbol, sus canicas o saltando a la comba. ¿Alguien sabe dónde se han metido? Esa misma pregunta se la hice a un hombre mayor vecino mío. La verdad es que se quedó muy sorprendido cuando se lo solté, no se lo esperaba. Pero diez segundos más tarde me dijo que los padres los tenían encerrados en las academias de repaso, en las escuelas de idiomas, en los polideportivos y, en el peor de los casos, frente a un televisor o una consola.
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