No ha sido suficiente el hecho aparente de que en tiempos de crisis se hayan saneado las cuentas del Consell d'Eivissa (pronto veremos si verdaderamente es así). Tampoco ha bastado que la isla -según se han cansado de repetir desde el PP- haya conseguido inversiones autonómicas con las que muchos no contaban.

Vicent Serra, aun obteniendo los mejores resultados de su partido en Balears- ha perdido. Y lo ha hecho porque la política es mucho más que gestión, y en ese ‘mucho más', como Bauzá, ha suspendido. Puede que Serra no haya sido un mal presidente insular; pero está claro que no ha sabido cohesionar un partido que salió fracturado, escindido, malhumorado, del congreso que él mismo ganó en 2012.

En estos años ha faltado liderazgo, generosidad y cintura. Las juntas locales han sido reinos independientes (excepto la de Vila, donde lo único que ha reinado ha sido la anarquía). Cuando el propio Serra -durante la junta directiva insular donde anunció que dimitía como presidente del partido- se quejó de la diferencia de votos que había recibido el PP en la lista del Consell y en las de los ayuntamientos estaba, implícitamente, reconociendo su fracaso de puertas hacia dentro. «Le ha sobrado gestión y le han faltado gestos» sentenciaba la semana pasada otro líder de la formación. Igual que a Bauzá. Le ha sobrado resquemor hacia los que no le apoyaron en un primer momento, añado yo. Aun así, cabe aplaudir precisamente su gesto final: dimitir al día siguiente de las elecciones; desactivando las críticas que pudieran venir y asumiendo la responsabilidad que le toca.