Uno pensaba que ya lo había escuchado todo en esta vida, pero por suerte no es así. No es que tenga nada de malo que 2.000 ‘heavys' se organicen para hacer un crucero, pero en principio no pega mucho. No me imagino a estos duros hermanos del metal -y hermanas- haciendo el gesto de los cuernos con las manos y sacando la lengua mientras bajan las escaleras hacia el elegante comedor del buque.
También cuesta imaginarlos en mallas dirigiéndose al lujoso salón principal tras escuchar la llamada por el servicio de megafonía. Parece algo raro, aunque tal vez el raro sea otro, o sea, yo, que no ha sabido evolucionar y aún piensa que los ‘heavys' son rebeldes por definición y principios.
Porque... Yo creo que algo de rebeldía ya se debe perder por el camino cuando uno se embarca en un crucero. Porque... ¿qué hay más integrado y burgués -palabra ésta tan de moda- que un crucero? Yo confieso que no he subido nunca en uno y que me parece algo propio de personas mayores, pero insisto, no me hagan mucho caso, y sobre todo, por favor, que no se ofenda nadie.
Siguiendo con el análisis, hay que destacar que mucho peor sería que fueran ‘punkis'. En ese caso puede que fueran escupiendo por los pasillos y saltando por la borda... En fin. Lo más importante es, por encima de todo, que se lo pasen bien en el barco, que encuentren amistades inolvidables y que desembarquen en Eivissa para que les guste la isla y vuelvan algún día a dejar su cuota de euros. Está claro que los hoteles y cruceros temáticos están de moda, así que hay que estar preparado para todo.