La Pascua ha sido definida como la "solemnidad de las solemnidades; en efecto es así, porque es la más grande fiesta del año litúrgico, que gira todo en torno a ella.
«Exulten por fin los coros de los ángeles, exulten las jerarquías del cielo, y por la victoria de Rey tan poderoso que las trompetas anuncien la salvación. Goce también la tierra, inundada de tanta claridad, y que, radiante con el fulgor del Rey eterno, se sienta libre de la tiniebla que cubría el orbe entero. Alégrese también nuestra madre la Iglesia, revestida de luz tan brillante; resuene este templo con las aclamaciones del pueblo». Con este himno de exaltación, proclamado, proclamado la noche anterior al iniciarse la solemne Vigilia pascual, los cristianos hemos saludado la resurrección de Nuestro Señor. Y eso e una alegre noticia, que nos tiene que acompañar siempre y así, hoy día de Pascua, decimos «Este es el día en que actuó el Señor, sea nuestra alegría y nuestro gozo. Aleluya».
Y no podía ser de otra manera porque el anuncio de la resurrección de Jesús es la noticia más extraordinaria, más grande, y algunos dirían también la más increíble, que jamás se ha anunciado sobre la tierra.
Fiesta de la Pascua. Y nos podemos preguntar: ¿qué significa para nosotros, los cristianos, celebrar la Pascua?
En primer lugar recordar, conmemorar, hace memoria, y en consecuencia festejar este acontecimiento extraordinario, único de la historia, que es la resurrección. En segundo lugar celebrar la Pascua quiere decir tener presente siempre, hacer actual el misterio de la resurrección de Jesucristo. En tercer lugar, celebrar la Pascua quiere decir vivir dentro de nosotros, el misterio de la resurrección, acogerlo, hacerlo nuestro.
Queridos amigos de Ibiza y Formentera: la Pascua nos invita a unirnos más a Cristo, a vivir en una comunión profunda con Cristo resucitado para ser así cada uno piedras vivas del edificio espiritual que es la Iglesia; nos estimula a vivir las consecuencias de nuestro bautismo con plena fidelidad a nuestros deberes como cristianos y de nuestro estado de vida; nos invita a hacer de nuestra existencia, con sus características, con sus alegrías y con sus dolores, con las esperanzas y las desilusiones, con las fatigas y las satisfacciones, una ofrenda a Dios que le sea agradable a Él.
Esta debe ser la manera de celebrar por parte de nosotros la Pascua. Y es la felicitación que con este motivo me complace haceros llegar a todos.
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