Jesús subió a Jerusalén para la fiesta religiosa más importante del Antiguo Testamento: la Pascua de los judíos.
Según la Ley de Moisés, en tales días todo israelita debía presentarse ante el Señor. Esto explica la piadosa costumbre de la peregrinación al Templo de Jerusalén para estas fechas. Jesús hace pública manifestación de su observancia de la Ley de Dios. Pero, ¿ qué se encuentra el Señor en el Templo?.Vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados. Jesús hizo un látigo de cuerdas y arrojó a todos del Templo, y les dijo: no hagáis de la casa de mi Padre un mercado. Entonces los judíos replicaron: ¿ Qué señal nos das para hacer esto) Jesús respondió: Destruid este Templo, y en tres días lo levantaré. Los judíos contestaron: "Se ha tardado 43 años en construir este templo, y ¿ tú lo vas a levantar en tres días?". El Templo de Jerusalén era el orgullo del pueblo judío, que Herodes el Grande había empezado a construir hacia el año 20 antes de Cristo. Pero Jesús se refería al templo de su cuerpo. La declaración de que Jesús es el Templo de Dios quedó encubierta para todos. Judíos y discípulos pensaron que el Señor hablaba del Templo de Jerusalén. Jesús, en el cual habita la plenitud de la divinidad corporalmente ( Col. 2.9) es la plena presencia de Dios aquí en la tierra, y por tanto, el Verdadero Templo de Dios. Después de la Ascensión del Señor a los Cielos esa presencia real y especialísima de Dios en medido de los hombres se continúa en el sacramento de la Sagrada Eucaristía.
La presencia de Jesús la hallamos en el Evangelio que es la Palabra del Señor, en los Sacramentos, en el Celebrante, en la Asamblea, y de modo eminente lo tenemos en la Santísima Eucaristía con su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, Misterio de Fe y de Amor. Jesucristo en la santa misa alimenta nuestra vida cristiana con el Pan de la Palabra de Dios, y con el Pan de la Eucaristía. No nos percatamos suficientemente que el mismo Señor Jesucristo, por la consagración se queda con nosotros hasta el final del mundo. La Eucaristía es el compendio de las maravillas de Dios. Adoremos siempre al Santísimo Sacramento, tanto si está oculto en el Sagrario o expuesto en la Custodia. El Señor nos recibe y nos espera a todos para que lo visitemos, para estar un rato con Él, para encontrar en Jesús la verdadera paz interior y la gran alegría de tenerlo con nosotros.
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