Apenas son unas décimas, pero la mayoría de los países que integran la eurozona comienzan a registrar valores positivos en su actividad económica. Son, por continuar el símil popular, los primeros 'brotes verdes' que permiten vislumbrar que la crisis va quedando atrás, una senda en la que, por desgracia, España no discurre y, lo que aún agrava más la situación, todavía está lejos de conseguir. Acompañan a nuestro país en esta valoración negativa Grecia y Chipre.
Los datos confirman la profundidad y severidad de la recesión económica en España, hasta el punto de situarla en unos índices tan bajos que no permiten vislumbrar los primeros índices positivos hasta el segundo semestre de 2010. Hasta entonces seguimos en la pendiente descendente, aunque, siempre es un alivio, el desplome se modera. Como ya se ha advertido de manera reiterada, el paro es la consecuencia más negativa, con millones de trabajadores afectados por toda esta coyuntura adversa.
Al margen de la imperiosa necesidad de adoptar medidas para introducir las necesarias reformas en la estructura de la economía española, la balear incluida, no cabe duda de que la recuperación de economías como la alemana y la francesa permite vislumbrar con cierto optimismo la evolución de la temporada turística en las Islas. El disponer de una economía tan abierta como la de Balears, más pendiente de la demanda exterior, es un factor que, en esta ocasión, puede convertirse en un alivio para las depauperadas arcas de nuestras empresas, ya que permite albergar esperanzas de un incremento del consumo. Sólo cabe esperar que las tendencias al alza se consoliden; de ello depende nuestro futuro económico.
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