Como era de temer, el mes de septiembre no ha sido clemente en los datos del paro. La finalización por anticipado de una temporada turística mediocre y la crisis económica general han provocado un aumento del desempleo del 54% respecto al mismo mes de 2008 en Balears, donde ya se encuentran en esta situación más de 72.000 personas.
Son datos preocupantes, por no decir dramáticos, que dibujan un panorama desolador cuyas soluciones no parecen fáciles ni rápidas. Los sindicatos, descorazonados, reivindican el sostenimiento de todas las prestaciones sociales para intentar paliar los efectos de esta sangría, como la definen, mientras los empresarios sólo ven una salida en una serie de reformas estructurales del mercado laboral que permita mayor flexibilidad a la hora de contratar personal.
Políticamente, parece que el Gobierno de España sólo está dispuesto, por el momento, a acometer mejoras en las ayudas sociales a los parados, pero el fracaso del diálogo social no augura nada bueno en cuanto a las reformas necesarias para evitar que en el futuro la situación vuelva a reproducirse con idéntica dureza.
Son miles de familias las que se encuentran ya inmersas en este drama y la economía balear, entrando ya en plena temporada baja, no será capaz de soportar este peso.
Otro tanto ha ocurrido en el resto del país, donde el paro aumentó en 80.000 personas, situándose en los 3.700.000 (1.085.000 más que hace un año). Curiosamente, el que más ha sufrido ha sido el sector servicios -incluye el turismo-, mientras la construcción ha vivido un ligero respiro, quizá aliviada con el masivo inicio de obras callejeras a través del Plan E.
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