El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, anunció "aunque no concretó" un incremento de la presión fiscal que permitirá recaudar al Estado 15.000 millones de euros, alrededor de 1'5% del PIB español, cifra a la que habría que añadir los 8.600 millones que se comprometió a reducir del gasto público para el ejercicio de 2010. La respuesta de las fuerzas políticas con representación parlamentaria ha dejado claro que el Gobierno, en estos momentos, no logra concitar el acuerdo necesario para diseñar una política económica consensuada que permita salir de la crisis actual.
Desde el Partido Popular su portavoz, Mariano Rajoy, dejó clara su posición antagónica respecto a los planteamientos de Zapatero y su propuesta de aumento de los impuestos. En la misma línea se expresó el representante de Convergència i Unió. Ambos reclamaron un giro radical en las iniciativas económicas del Gobierno, las cuales consideran que deberían ir encaminadas hacia la austeridad en el gasto público. El presidente mantiene que en estos momentos es imprescindible el garantizar las prestaciones sociales, aunque ello significa aumentar el déficit de las cuentas públicas.
El debate de ayer mostró de una manera descarnada la enorme distancia que mantiene el Gobierno no sólo con la oposición, sino también con sus aliados en materia económica. En este sentido no pasan desapercibidos los reproches continuos de improvisación que le lanzaron los protavoces a Rodríguez Zapatero en materia de política económica para hacer frente a la crisis, un discurso errático "y en algunos momentos contradictorio" que ha acabado provocando una manifiesta falta de confianza.
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