El debate sobre el estado de la nación propició un agrio y duro enfrentamiento entre el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y el líder de la oposición, Mariano Rajoy. Ambos prefirieron un planteamiento más efectivo y mitinero que abordar en profundidad las medidas y márgenes de maniobra que tiene la economía española para salir de la crisis, la cual "en eso sí hubo unanimidad" ha dejado como problema más grave una vez superados los cuatro millones de parados.
La primera intervención del presidente le permitió, en un tono más propio de un discurso de inicio de legislatura, presentar varias propuestas que tratan de complementar los planes anteriores del Gobierno en materia económica. Las más destacables son, sin duda, la rebaja del impuesto de sociedad, las ayudas a la adquisición de vehículos y, por último, la que sin duda generará más polémica: la reducción de las deducciones a partir de 2011 por la compra de vivienda. Todos los analistas coinciden en matizar el efecto real que este paquete de iniciativas tendrán en la situación general de la economía del país.
Frente a Rodríguez Zapatero se presentó un Mariano Rajoy que tampoco logró articular una alternativa rigurosa frente a las políticas deslavazadas del Gobierno socialista, una oportunidad perdida en un tema en el que el PP siempre ha demostrado su solvencia. El líder de la oposición no logró concretar en qué y cómo pondría en marcha sus planes de austeridad o de reforma del mercado laboral.
En todo caso, este debate sobre el estado de la nación ha dejado en evidencia la soledad en la que se encuentra el Gobierno, acosado por todas las fuerzas políticas. Aunque sólo sea por el retraso en la financiación autonómica.
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